La sexualidad masculina está marcada por una serie de bloqueos que afectan el deseo y la intimidad. Según el psicólogo especializado en sexualidad masculina, Guillermo Ruiz, de la clínica The Test en Las Palmas de Gran Canaria, muchos hombres llegan a terapia tras haber lidiado con una lucha interna que se traduce en la incapacidad de disfrutar del sexo.
Estos hombres no se encuentran en una situación de disfunción sexual, sino que sufren una forma disfuncional de afrontar la intimidad. La presión por rendir y la cultura del silencio han creado un entorno en el que hablar de emociones, especialmente en el contexto sexual, se convierte en un tabú. “Al hombre no se le ha enseñado a expresar emociones, y mucho menos a hablar de sexualidad. Se le educó para rendir”, explica Ruiz.
El impacto de la cultura del silencio
La educación sexual que reciben muchos hombres está repleta de estigmas y tabúes. Durante años, se ha priorizado la imagen del hombre fuerte y capaz, lo que les lleva a buscar culpables externos como el estrés o la pareja, mientras el verdadero problema persiste: una falta de conexión con sus propios deseos y emociones. En algunos casos, la intimidad se evita durante años por el miedo al fracaso.
La respuesta sexual masculina depende directamente del sistema nervioso central, que puede activarse por señales de placer o amenaza. “Cuando un hombre anticipa el fallo o teme no estar a la altura, activa su sistema simpático, lo que impide la excitación”, señala Ruiz. Este estado de alerta constante se convierte en un enemigo invisible del deseo, ya que el cuerpo necesita seguridad y calma para poder excitarse.
Reeducación emocional y técnicas prácticas
Para abordar estos bloqueos, Ruiz propone un enfoque basado en el entrenamiento y la educación emocional. “En muchos casos trabajamos la historia vital del individuo, pero también se busca reeducar la mente para reconectar con el placer”, destaca. Una de las técnicas utilizadas, conocida como “placedeado”, no busca la penetración, sino la reconstrucción de la experiencia sexual desde la calma y el disfrute.
Además, se trabaja en el control fisiológico en casos de eyaculación precoz mediante ejercicios en pareja. “Poco a poco, el control sustituye al miedo”, asegura Ruiz. Sin embargo, muchos hombres se sienten abrumados por la presión de ser el “hombre perfecto en la cama”, una imagen alimentada por la pornografía y la presión social que, a menudo, resulta en frustraciones y bloqueos.
La terapia también puede incluir a la pareja, dado que muchas veces la mujer siente que la situación es culpa suya. “Cuando ambos entienden el origen del problema y colaboran, suele haber un cambio muy significativo”, añade Ruiz. El objetivo final no es simplemente “cumplir”, sino disfrutar de una sexualidad sin miedo ni exigencias externas.
El psicólogo concluye que, si el problema persiste y afecta el bienestar o la vida íntima, es fundamental buscar ayuda. “El error más frecuente es esperar creyendo que ya pasará”, advierte. En cuanto un hombre se permite hablar sobre lo que le sucede, ya ha dado el primer paso hacia la sanación y la reconexión con el placer.
