La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha emitido una grave advertencia sobre el consumo excesivo de sal en la dieta de los españoles, que actualmente alcanza los 9,7 gramos diarios, casi el doble de los 5 gramos recomendados como máximo. Esta situación se revela preocupante a pocos meses de la meta fijada para 2025, que busca reducir la ingesta de sal en un 30%.
Según la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN), el exceso de sodio en la dieta está vinculado a graves problemas de salud. El doctor Daniel Villa, nefrólogo de la Clínica Universidad de Navarra, señala que las consecuencias del alto consumo de sal incluyen «un ictus, un infarto cardíaco, cáncer de estómago e hipertensión».
El peligro oculto de los productos procesados
Un error común es atribuir el exceso de sal únicamente a la que se añade al cocinar. La nutricionista Isabel Higuera advierte que en España se ha utilizado históricamente la sal como conservante, lo que significa que muchos productos procesados como el pan, quesos, embutidos, alimentos precocinados o sopas instantáneas contienen sal añadida que a menudo pasa desapercibida para el consumidor.
Las cifras son alarmantes, ya que cada año, alrededor de 1,9 millones de muertes en el mundo se asocian al exceso de sodio. El Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) también ha subrayado los efectos nocivos del consumo elevado de sal, indicando que «el sodio en exceso incrementa la presión arterial y provoca un mayor riesgo para desarrollar enfermedades cardiovasculares y de tipo renal», según el promotor de nutrición Brandon Delgado Alguera.
Recomendaciones para reducir el consumo de sal
Para mitigar este problema, los expertos sugieren limitar al máximo la sal de mesa y optar por alternativas naturales como el ajo, la cebolla, el orégano o el limón. Además, se recomienda el uso de sal yodada, ya que esta contribuye a optimizar las funciones cerebrales, especialmente en niños y niñas.
La Comisión Europea ha impulsado iniciativas para reducir el contenido de sal en alimentos básicos, como el pan; sin embargo, los especialistas insisten en que aún queda mucho trabajo por hacer. Mientras tanto, es crucial adoptar pequeños hábitos diarios, como leer las etiquetas de los productos, evitar alimentos procesados y recuperar la dieta mediterránea, que ofrece una variedad de sabores sin necesidad de abusar del sodio.