Con la llegada del verano y el aumento constante de las temperaturas, la práctica de ejercicio físico requiere una adaptación a un nuevo contexto climático. Las olas de calor extremo se han convertido en una constante estacional en muchas regiones del planeta, lo que genera serias implicaciones para la salud pública. Según un estudio liderado por Kristie L. Ebi, las altas temperaturas y el estrés térmico asociado pueden tener consecuencias significativas, como el aumento de la mortalidad, complicaciones en el embarazo, deterioro de la salud mental y reducción del rendimiento físico y cognitivo.
El impacto de estas condiciones se extiende al ámbito laboral, afectando la productividad y generando un mayor riesgo de problemas de salud ocupacional. La urbanización también juega un papel crucial; actualmente, más de la mitad de la población mundial vive en ciudades, y se estima que esta proporción aumentará en 2.400 millones de personas hacia 2050, según Naciones Unidas. Esta urbanización expone a más de mil millones de trabajadores y habitantes a episodios frecuentes de calor extremo, especialmente en entornos donde las temperaturas se ven intensificadas por factores como el tráfico y las infraestructuras.
Adaptación del ejercicio a las altas temperaturas
Ante esta situación, muchas personas intentan mantener su rutina de actividad física durante el verano. Sin embargo, hacerlo sin tomar precauciones puede suponer riesgos graves para la salud. Los especialistas en salud y deporte coinciden en que evitar la actividad física al aire libre durante las horas de mayor radiación solar (entre las 12:00 y las 17:00 horas) es una medida básica de prevención. Cada vez más profesionales sugieren trasladar los entrenamientos a espacios interiores, bien ventilados y con temperatura controlada.
Realizar ejercicio de manera regular en los meses calurosos puede seguir ofreciendo múltiples beneficios, como la mejora del sistema cardiovascular, el fortalecimiento muscular, la regulación del metabolismo, la reducción del estrés y una mejor calidad del sueño. El ejercicio moderado también contribuye al equilibrio emocional, favoreciendo la liberación de endorfinas y reduciendo los niveles de cortisol.
Opciones de entrenamiento en climas extremos
Entre las opciones más recomendadas en climas extremos se encuentran las disciplinas que combinan intensidad con entornos seguros y controlados. El entrenamiento funcional de alta intensidad, como el HIIT, permite trabajar resistencia, fuerza y coordinación en sesiones cortas y efectivas. Al realizarse en salas climatizadas, estas prácticas minimizan el riesgo de deshidratación o sobrecalentamiento, aspectos críticos cuando las temperaturas exteriores superan los 35 grados.
Para quienes desean aprovechar el verano como una oportunidad para comenzar a moverse o retomar hábitos saludables, lo fundamental es hacerlo con criterios de seguridad y sostenibilidad. Adaptar la actividad física al nuevo contexto climático no implica dejar de entrenar, sino hacerlo de manera más inteligente y consciente. El bienestar físico y mental no tiene por qué detenerse en verano, pero sí debe ajustarse a una realidad cada vez más marcada por el calor extremo.