En un mundo laboral cada vez más competitivo, la capacidad de aceptar y aprovechar las críticas constructivas se ha convertido en una de las habilidades más valiosas, aunque subestimadas. Así lo afirma el reconocido psicólogo organizacional Adam Grant en un artículo reciente para CNBC. Grant sostiene que muchos profesionales evitan las críticas por miedo al fracaso o a dañar su autoestima, lo que limita su crecimiento.
El experto explica que quienes logran escuchar, procesar y aplicar el feedback negativo destacan por su capacidad de adaptación y mejora continua, convirtiéndose en líderes en sus respectivas áreas. Sin embargo, es común que los individuos experimenten dificultad para gestionar las críticas negativas. Cuando se enfrentan a comentarios que les desagradan, a menudo cuestionan las intenciones de su interlocutor o activan un escudo interno que les protege de las observaciones adversas.
La resistencia a las críticas
Grant advierte que “adquirir conocimiento es fácil, asumir la crítica constructiva es más difícil, pero si no puedes asumir la realidad, la gente dejará de decírtela.” Este rechazo a las opiniones negativas suele estar motivado por varios factores, entre ellos:
- Sesgo de confirmación: la tendencia a valorar solo las opiniones que refuerzan nuestras creencias.
- Miedo a la vulnerabilidad: reconocer errores puede percibirse como un signo de debilidad.
- Falta de entrenamiento: muchas empresas no fomentan una cultura de feedback honesto y respetuoso.
Transformar críticas en oportunidades
Aprovechar las críticas puede ayudar a identificar áreas de mejora que quizás no habíamos detectado, fomentando así nuestro crecimiento personal y profesional. Esta actitud demuestra resiliencia, apertura al aprendizaje y la capacidad de transformar desafíos en ventajas, lo que puede mejorar nuestras relaciones laborales, proyectos y hasta nuestra autoconfianza. Cada crítica bien gestionada se convierte en un paso más hacia la excelencia.
Para sacar provecho del feedback negativo, Grant sugiere tres claves:
- Separar el «yo» del «hecho»: no tomarlo como un ataque personal, sino como información útil.
- Buscar patrones: si varias personas hacen la misma observación, es señal de que hay un área de mejora real.
- Preguntar «¿Cómo?» en lugar de «¿Por qué?»: centrarse en soluciones, no en justificaciones, lo que acelera el aprendizaje y la innovación.
Aprender a recibir críticas no solo mejora el desempeño laboral, sino que también fortalece la resiliencia y la inteligencia emocional. Como resume Grant: «La gente que más crece es aquella que mejor se toma las críticas constructivas.»
