miércoles, noviembre 12, 2025

El teletrabajo: una ilusión de libertad en tiempos de crisis

El teletrabajo genera una sensación de soledad en un mundo hiperconectado y adicción a la comodidad.
por 11 noviembre, 2025
Lectura de 2 min

La transformación del mundo laboral ha llegado para quedarse, y el teletrabajo, que se popularizó durante la pandemia, se ha convertido en una realidad cotidiana para millones de españoles. Sin embargo, esta nueva modalidad está generando efectos inesperados en la vida personal y profesional de los trabajadores.

Según un análisis reciente, a las ocho y media de la mañana, medio país se sienta frente a la pantalla de un ordenador, repitiendo el mismo gesto de resignación que antes realizaban al volante de su automóvil. La diferencia radica en que ahora el tráfico se mide por la velocidad del wifi y los atascos se solucionan reiniciando el router. Este cambio ha provocado que muchos trabajadores, como una amiga mía, se vean atrapados en un ciclo interminable de tareas laborales y domésticas.

Impacto en la vida personal

La sensación de estar siempre disponible se ha intensificado. Antes, las conversaciones con los superiores se limitaban a una vez al día, pero ahora se producen media docena de interacciones a través de chats. Para mitigar esta saturación, el Gobierno ha prometido regular los derechos digitales de los trabajadores. Sin embargo, en la realidad cotidiana, conciliar la vida laboral y familiar se ha convertido en una cuestión de supervivencia.

Las interrupciones de los niños durante reuniones importantes o la dificultad de gestionar el tiempo son solo algunos de los retos que enfrentan quienes trabajan desde casa. Fichar en remoto también ha tomado un giro curioso; muchos adultos se presentan en videollamadas con chaqueta de vestir y pantalones de chándal, un fenómeno que recuerda a la pantomima del Rey durante el 23-F.

La soledad de la hiperconexión

A pesar de la conexión constante que permite la tecnología, muchos se sienten más solos que nunca en este mundo hiperconectado. Antes, el café de media mañana servía para socializar y compartir opiniones sobre temas de actualidad, como la crítica al árbitro del VAR o el último escándalo político. Ahora, esos momentos de interacción han desaparecido, dejándonos con el único consuelo de refunfuñar sin testigos.

Sin embargo, a pesar de las dificultades, el teletrabajo parece haber llegado para quedarse. La comodidad, aunque precaria, resulta adictiva. Los trabajadores han descubierto que no hay atasco que compense el placer de vivir en zapatillas, mientras que las empresas celebran la reducción de gastos de oficina. Aunque los bares han perdido a los clientes de desayunos, han encontrado una nueva clientela: aquellos que salen de casa a las cinco de la tarde, despeinados y con cara de haber sobrevivido a varias videollamadas.

La tendencia del teletrabajo podría cambiar de nombre, adoptando términos como «modelo híbrido» o «presencial flexible», pero seguirá siendo una ilusión de libertad enmarcada por una pantalla. En el futuro, los antropólogos podrían analizar este fenómeno y concluir que, efectivamente, fue uno de los factores que alteraron la idiosincrasia de la especie humana.

Redacción

Equipo editorial especializado en actualidad ibérica, economía y política. Información rigurosa y análisis profundo de España y Portugal las 24 horas del día.

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