La graduación ocular es un aspecto crucial para mantener una buena salud visual, sin embargo, una advertencia reciente ha puesto en el centro de atención un error común al graduarse la vista. El oftalmólogo Gonzalo Bernardeu ha alertado sobre los riesgos de aceptar cambios en la graduación sin realizar una dilatación pupilar adecuada, un procedimiento clave que podría evitar diagnósticos erróneos.
En un contexto donde cada vez más personas, especialmente niños y jóvenes, pasan largas horas frente a pantallas, la salud ocular se ha convertido en un tema de creciente preocupación. A menudo, tras notar una disminución en la calidad de la visión, muchas personas acuden a una óptica, donde se les informa que su miopía ha cambiado. Sin embargo, esta información puede ser engañosa si no se confirma mediante una exploración más exhaustiva.
El impacto de la falta de dilatación
El Dr. Bernardeu explica que los cambios en la graduación detectados en ópticas pueden ser temporales y no necesariamente indicar un problema estructural en la visión. “Muchos pacientes, debido al uso constante de dispositivos digitales, pueden experimentar un fenómeno conocido como exceso de acomodación”, señala. Este exceso puede dar la falsa impresión de que la miopía ha aumentado o que la hipermetropía ha disminuido.
Por lo tanto, el especialista enfatiza la importancia de no apresurarse a adquirir nuevas gafas basadas en una revisión ocular que no incluya la dilatación. Sin este procedimiento, es difícil obtener una medida precisa de la graduación real, ya que el esfuerzo de enfoque del paciente puede distorsionar los resultados. “No debes fiarte si te dicen en una óptica que te ha subido o bajado la miopía. Ningún niño ni joven debe cambiar sus gafas sin comprobarlo con las pupilas dilatadas”, advierte Bernardeu en su popular vídeo explicativo.
Consecuencias de una graduación incorrecta
La Clínica Baviera también ha subrayado que usar gafas mal graduadas puede tener efectos adversos a largo plazo, tales como fatiga visual, dolores de cabeza, y visión borrosa o doble. En el caso de niños y adolescentes, esto puede resultar en el aumento progresivo de dioptrías y acelerar el avance de la miopía, un problema que se está convirtiendo en común entre las nuevas generaciones.
Además, el Dr. Bernardeu aclara la diferencia entre las revisiones ópticas y las clínicas. Mientras que un optometrista puede detectar cambios en la graduación, solo un oftalmólogo puede confirmarlos tras realizar la dilatación pupilar. Este paso es esencial para eliminar temporalmente el reflejo de acomodación del ojo y obtener una medición precisa. Por lo tanto, si en la óptica te dicen que tu visión ha cambiado, es recomendable consultar primero con un oftalmólogo que aplique el protocolo adecuado.
En un mundo donde la presión sobre el sistema visual es constante, resulta fundamental cuidar la salud ocular desde una edad temprana. La tendencia de la miopía funcional o transitoria entre niños y jóvenes está en aumento, y la prevención se convierte en una prioridad. Aunque el uso de gafas mal graduadas no siempre causa pérdida permanente de visión en adultos, sí puede afectar la calidad de vida diaria, haciendo que la revisión ocular adecuada y la graduación correcta sean más esenciales que nunca.
