Al cruzar el umbral de una habitación, muchas personas experimentan un fenómeno desconcertante: llegan con una intención clara, pero al entrar, esa idea se desvanece. Este fenómeno, conocido como el ‘efecto umbral’, ha sido objeto de estudio en el ámbito de la psicología cognitiva y se refiere a la tendencia del cerebro a olvidar lo que estábamos haciendo al cambiar de ambiente. Este fenómeno plantea interrogantes sobre cómo nuestra mente organiza la información y las experiencias.
Cuando se atraviesa una puerta, el cerebro interpreta que se ha concluido una tarea y que se inicia otra, lo que puede llevar a la pérdida de la memoria relacionada con la acción anterior. La memoria semántica, que se utiliza para recordar conceptos, funciona mejor cuando está asociada a la memoria episódica, encargada de recordar lugares. Al regresar al entorno original, es común recuperar la información perdida, lo que sugiere que el contexto juega un papel crucial en nuestro proceso de recordar.
Estudios sobre el efecto umbral
Este fenómeno fue estudiado por primera vez en 2006, pero el término ‘efecto umbral’ se popularizó en 2011. En investigaciones iniciales, se pidió a los participantes que memorizaran objetos en un espacio virtual y luego se trasladaran a otra sala. Se observó que al cruzar un umbral, la capacidad de recordar esos objetos disminuía de forma significativa. Posteriores estudios confirmaron que este efecto se debe al cambio de contexto, no al tiempo transcurrido o la distancia recorrida.
Uno de los estudios más notorios fue realizado por el psicólogo británico Alan Baddeley, conocido por sus investigaciones sobre la memoria. En su experimento, un grupo de buzos memorizó listas de palabras en dos entornos diferentes: bajo el agua y en tierra firme. Los resultados mostraron que los participantes recordaban mejor las palabras en el mismo entorno en el que habían aprendido, lo que refuerza la idea de que el contexto influye en la memoria.
La multitarea y sus efectos en la memoria
La multitarea también se ha identificado como una de las causas que contribuyen a estos lapsus de memoria. Cuando realizamos varias acciones simultáneamente, el cerebro distribuye su atención, lo que puede llevar a que algunos recuerdos queden «en el camerino», es decir, perdidos en el proceso. La capacidad cognitiva humana es limitada, y al cambiar de escenario, las tareas que no son prioritarias pueden desvanecerse.
Afortunadamente, estos olvidos cotidianos no son indicativos de deterioro cognitivo severo. Se ha comprobado que afectan a personas de todas las edades, lo que sugiere que forman parte de cómo nuestra mente organiza la experiencia. Como mencionó el filósofo Nietzsche, “el olvido es una facultad positiva”, que nos permite mantener espacio para nuevas acciones y experiencias.
El efecto umbral también tiene un lado positivo: al cambiar de habitación o entorno, facilitamos la actualización de la información en nuestra mente, lo que permite un aprendizaje más claro y efectivo. Este fenómeno resalta la importancia del contexto en nuestro proceso de recordar y aprender, convirtiendo el olvido momentáneo en una herramienta útil para la organización de la memoria.
En conclusión, el ‘efecto umbral’ nos recuerda que nuestra mente está diseñada para adaptarse y reorganizarse. Aunque puede resultar frustrante olvidar lo que íbamos a hacer al cruzar una puerta, este fenómeno es un reflejo de cómo nuestro cerebro gestiona la información y se prepara para nuevas experiencias.
