Un fenómeno cotidiano que muchos experimentamos al sumergir nuestras manos o pies en agua es la aparición de arrugas en la piel. Este proceso, que se inicia aproximadamente a los cinco minutos de estar en remojo, ha sido objeto de estudio y debate. Un nuevo enfoque revela que, lejos de ser un simple efecto de la absorción de agua, se trata de una respuesta evolutiva del cuerpo que puede tener implicaciones en la salud.
La razón detrás de las arrugas en el agua
Desde pequeños, aprendemos que cuando nuestros dedos se arrugan es hora de salir del agua, pero esta percepción es errónea. Según el farmacéutico Álvaro Fernández, el fenómeno no ocurre porque la piel «beba» agua, sino que es el sistema nervioso simpático el que provoca una vasoconstricción en los vasos sanguíneos de los dedos, haciendo que la piel se contraiga y aparezcan las arrugas. Esta respuesta tiene un propósito: mejorar el agarre en superficies mojadas, similar a como las suelas de los zapatos están diseñadas para drenar agua y evitar resbalones.
La capacidad de arrugar los dedos al estar en remojo es, por tanto, un signo de un sistema nervioso que funciona correctamente. Si una persona presenta daños en estos nervios, sus dedos no se arrugarán a pesar de estar horas en el agua, lo que puede ser un indicativo de un problema de salud subyacente. Esta observación ha sido utilizada en medicina desde los años setenta para evaluar daños en el sistema nervioso simpático.
Funciones del sistema nervioso simpático
El sistema nervioso simpático es esencial para las respuestas automáticas y rápidas del cuerpo ante situaciones de estrés o peligro. Regula la frecuencia cardiaca y respiratoria, eleva la presión arterial y provoca la contracción de los vasos sanguíneos. Además, afecta la dilatación de las pupilas y la sudoración, siendo crucial para mantener el cuerpo en equilibrio.
La falta de arrugas en los dedos tras un tiempo prolongado en el agua puede ser un síntoma de daño en este sistema, lo que se observa en pacientes con enfermedades como el Alzheimer, demencias o Parkinson. La identificación de esta respuesta puede ofrecer a los médicos valiosas pistas sobre la salud neurológica de sus pacientes.
En conclusión, aunque las arrugas en los dedos sean a menudo consideradas una mera curiosidad, en realidad pueden reflejar el estado de nuestro sistema nervioso y servir como un indicador de salud que no debe ser pasado por alto.
