La Casa Blanca ha confirmado que Donald Trump, presidente de Estados Unidos, padece insuficiencia venosa crónica, una afección diagnosticada durante una revisión médica realizada «por precaución». Este anuncio se produce en medio de especulaciones tras la difusión de fotografías donde se observaba un hematoma en una de sus manos.
El doctor presidencial, Sean P. Barbabella, fue el encargado de comunicar los resultados de los estudios vasculares y las ecografías Doppler venosas bilaterales realizadas a Trump. Según el diagnóstico, el mandatario padece insuficiencia venosa crónica AB 9, una condición común en personas mayores de 70 años.
Detalles del diagnóstico y estado de salud
A pesar de la preocupación generada, la portavoz presidencial, Karoline Leavitt, aclaró que en el chequeo no se detectaron «indicios de trombosis venosa profunda ni de enfermedad arterial». Asimismo, se descartaron señales de «insuficiencia cardíaca, insuficiencia renal ni enfermedad sistémica» tras realizar pruebas adicionales de laboratorio.
Leavitt también explicó que el hematoma en el dorso de la mano de Trump se debe a una «leve irritación de los tejidos blandos», provocada por los frecuentes apretones de mano y el uso de aspirina, que toma para prevenir problemas cardiovasculares. La portavoz concluyó que «el presidente no presenta ninguna molestia» y que su actividad diaria demuestra que trabaja «sin descanso».
Insuficiencia venosa crónica: síntomas y tratamiento
La insuficiencia venosa crónica, que a menudo se manifiesta a través de varices, se produce cuando hay dificultad en el retorno venoso desde las piernas. Los síntomas pueden variar ampliamente, desde pacientes asintomáticos, cuya principal preocupación es el aspecto estético de las varices, hasta aquellos que sufren síntomas típicos como piernas pesadas, dolor, calambres y una sensación de cansancio permanente.
Estos síntomas tienden a mejorar con el reposo, la elevación de las extremidades y el frío, mientras que se agravan con el calor y al permanecer de pie, según señala la Clínica Universidad de Navarra. Aunque no existe un tratamiento definitivo que permita recuperar totalmente el daño producido en el sistema venoso, es posible controlar la evolución de la afección y prevenir sus complicaciones.
El manejo más común incluye el uso de medias de compresión, que ayudan a estimular la función de retorno venoso, y puede complementarse con fármacos venotónicos. En casos más graves, se puede recurrir a la cirugía o a agentes esclerosantes en forma de espuma.
