Las vacunas contra el COVID-19, específicamente las de ARNm, han desatado una ola de preocupación en Estados Unidos, donde se estima que hasta 5.000 estadounidenses mueren cada semana como resultado de complicaciones derivadas de estas. Esta alarmante cifra fue presentada por Edward Dowd, un exejecutivo de Wall Street y analista de datos, durante una reciente entrevista en el podcast Commodity Culture. Dowd ha estado observando de cerca las tendencias en la industria de seguros desde el inicio de la campaña de vacunación.
En su análisis, Dowd advirtió que el número de muertes entre adultos jóvenes sanos ha aumentado a un ritmo sin precedentes, destacando que las lesiones relacionadas con las vacunas se han incrementado entre 10 y 15 veces en comparación con los niveles anteriores a la pandemia. Este aumento ha afectado especialmente a las personas de entre 30 y 50 años, un grupo que históricamente presentaba un bajo riesgo de mortalidad.
El silenciamiento de las familias afectadas
La situación es aún más inquietante si se considera que muchas familias de las víctimas se sienten silenciadas, no por la ley, sino por el miedo a las repercusiones sociales. Dowd explicó que las familias temen represalias o se encuentran en la negación respecto a lo que ha ocurrido, lo que ha llevado a una falta de visibilidad sobre las tragedias relacionadas con las vacunas. Según él, los medios de comunicación y las grandes plataformas tecnológicas están censurando activamente los informes sobre lesiones y muertes, lo que contribuye a perpetuar la narrativa de que las vacunas son «seguros y eficaces».
La magnitud de esta crisis parece pasar desapercibida, mientras los responsables de la salud pública y las compañías farmacéuticas continúan promoviendo una imagen positiva de las vacunas. Sin embargo, las compañías de seguros están pagando miles de millones de dólares en reclamaciones asociadas a muertes repentinas y enfermedades graves, lo que contradice la narrativa oficial.
Aumento de muertes entre la población laboral
Los hallazgos de Dowd se alinean con las advertencias de investigadores y médicos que han estado alertando sobre el aumento de muertes y lesiones tras la vacunación. En enero de 2022, el director ejecutivo de una importante compañía de seguros de vida, Scott Davidson, reportó un incremento del 40% en la mortalidad entre personas de 18 a 64 años, un aumento que calificó de «sin precedentes». Comparó este aumento con eventos catastróficos que suceden solo una vez cada 200 años.
Dowd, que ha sido un crítico constante de la gestión de la crisis sanitaria, argumenta que el incremento en las muertes no está relacionado exclusivamente con el COVID-19, sino que refleja un problema más amplio que comenzó con el lanzamiento de las vacunas en 2021. A pesar de que la pandemia parece haber terminado, las tasas de mortalidad siguen en aumento, lo que genera más preguntas sobre la efectividad y seguridad de las vacunas.
La situación se complica aún más con el trágico fallecimiento del Dr. Francis Boyle, un respetado experto en armas biológicas y crítico de las vacunas, quien murió de forma repentina el 30 de enero de 2025. Boyle había advertido sobre los peligros de las vacunas de ARNm, sugiriendo que podrían considerarse parte de un plan de experimentación médica en la humanidad, lo que añade un elemento de controversia y conspiración a la discusión pública sobre las vacunas.
En resumen, la revelación de que hasta 5.000 muertes semanales están vinculadas a las vacunas contra el COVID-19 plantea serias preocupaciones sobre la salud pública y la transparencia en la comunicación de riesgos. El clamor por atención a esta crisis se intensifica, mientras las voces disidentes se enfrentan a un creciente silencio mediático.
