El presidente de la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ), Miguel Polo, ha declarado este viernes ante la jueza de Catarroja que tuvo conocimiento de la intensa crecida del barranco del Poyo alrededor de las 18:45 horas, a través del personal de su organismo. En su testimonio, Polo ha señalado que, a pesar de recibir la alerta, no había «capacidad de reacción» para evitar las consecuencias de este fenómeno natural.
La declaración se produce en un contexto de creciente preocupación por la gestión de emergencias en la región, donde la falta de acción ante el desbordamiento ha generado críticas. La información sobre la crecida fue recibida por el equipo de Polo, pero las circunstancias impidieron una respuesta efectiva en el momento crítico.
Implicaciones de la Crecida
La crecida del barranco del Poyo no solo ha causado daños materiales, sino que también ha puesto en entredicho la eficacia de los protocolos de emergencia establecidos por la CHJ. A medida que se desarrollan las investigaciones, se espera que se evalúen las medidas adoptadas y se busquen mejoras para futuras situaciones similares.
Los testimonios de los residentes locales muestran un panorama de incertidumbre y preocupación. Muchos de ellos se han visto afectados por la falta de aviso previo y la inacción que siguió a la alerta. Este incidente ha creado un debate sobre la necesidad de mejorar los sistemas de comunicación en situaciones de emergencia y la importancia de una respuesta rápida.
Responsabilidad y Futuras Acciones
La declaración de Miguel Polo ante la jueza es solo el comienzo de un proceso que podría tener repercusiones significativas en la gestión del agua y los recursos naturales en la región. La CHJ enfrenta ahora la responsabilidad de explicar cómo se gestionaron las alertas y qué medidas se implementarán para evitar que situaciones similares se repitan en el futuro.
La comunidad espera respuestas claras y efectivas que garanticen la seguridad de sus habitantes y la protección del entorno natural, en un momento en que los fenómenos climáticos extremos son cada vez más frecuentes. La falta de una reacción adecuada ante la crecida del Poyo invita a la reflexión sobre la preparación y la capacidad de respuesta de las autoridades competentes.
