La relación diplomática entre Francia y Argelia se encuentra en un punto crítico tras la reciente decisión del presidente francés, Emmanuel Macron, de imponer mayores restricciones a los visados diplomáticos argelinos. Esta medida surge en un contexto de tensiones exacerbadas por el apoyo de Francia al plan de autonomía de Marruecos para el Sáhara Occidental, lo que ha generado un fuerte rechazo en Argelia, que respalda las demandas del Frente Polisario.
En una carta dirigida al nuevo primer ministro francés, François Bayrou, a la que tuvo acceso la agencia Reuters, Macron argumentó que las crecientes dificultades en materia de migración y seguridad con Argelia requieren una postura más firme. En este sentido, el presidente francés ha solicitado al Ministerio de Asuntos Exteriores que informe oficialmente a Argel sobre la suspensión de un acuerdo firmado en 2013, que eximía de la obligación de visado a los titulares de pasaportes diplomáticos y oficiales.
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Además, Macron ha instado al Ministerio del Interior a coordinar con otros países del espacio Schengen para implementar una política de visados más estricta, especialmente en lo que respecta a la emisión de visados de corta duración para funcionarios argelinos. Este endurecimiento de las políticas migratorias se produce en un momento en que Argelia se niega a aceptar la deportación de ciudadanos argelinos desde Francia, lo que ha intensificado las fricciones entre ambas naciones.
La tensión entre los gobiernos se ha visto agravada por la represión de la oposición política en Argelia. El caso del escritor Boualem Sansal, quien fue detenido en noviembre y condenado a cinco años de prisión en marzo de este año, ha generado protestas en Francia y ha puesto de relieve las violaciones a los derechos humanos en el país magrebí. Sansal fue arrestado tras criticar la política colonial de Francia y acusar al país de haber cedido injustamente territorio marroquí a Argelia, lo que fue considerado una ofensa por el gobierno argelino.
Impacto en la relación bilateral
Estas tensiones no son nuevas, ya que Francia y Argelia han tenido una historia marcada por la desconfianza desde la independencia argelina en 1962. La reciente postura de Macron, que se alinea con el apoyo a Marruecos, ha llevado a una serie de desencuentros diplomáticos, afectando no solo el ámbito político, sino también la movilidad de los diplomáticos argelinos en Francia.
Argelia se opone firmemente a cualquier intento de incluir el Sáhara Occidental en la soberanía marroquí, y su postura ha sido respaldada por el Frente Polisario, que busca la autodeterminación de la región. Aunque el apoyo internacional hacia Marruecos es significativo, la situación en Argelia continúa siendo delicada, con un clima de movilización social que exige reformas políticas y económicas.
La movilización social en Argelia
La represión política en Argelia ha dado lugar a movimientos ciudadanos como el Hirak, que ha convocado numerosas manifestaciones para demandar cambios en el sistema político, el fin de la corrupción y una mejora en la situación económica del país. La economía argelina, que sigue dependiendo en gran medida de las exportaciones de gas natural, enfrenta un aislamiento internacional que se agrava con cada nuevo desencuentro diplomático.
En conclusión, la decisión de Macron de endurecer las restricciones a los visados diplomáticos argelinos no solo refleja la complejidad de las relaciones entre Francia y Argelia, sino que también pone de manifiesto los desafíos internos que enfrenta el país magrebí en un contexto de creciente presión social y política. La situación exige un enfoque cuidadoso por parte de ambos gobiernos para evitar un deterioro aún mayor de las relaciones bilaterales.
