La Unión Europea (UE) se halla en una encrucijada tras las recientes cumbres con China y Estados Unidos, que han dejado al descubierto sus limitaciones en la negociación internacional. La cumbre con China, celebrada el 24 de julio de 2023 en Pekín, resultó ser un fracaso, ya que no se lograron acuerdos significativos para abordar las preocupaciones expresadas por la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y el presidente del Consejo, António Costa, ante el líder chino, Xi Jinping. A pesar de ser un momento simbólico por el 50º aniversario de las relaciones diplomáticas entre ambas partes, la falta de concesiones por parte de China ha evidenciado la creciente rivalidad que se ha intensificado tras la pandemia y la invasión de Ucrania por Rusia.
Las expectativas europeas no sorprendieron a China, que ha mostrado una clara resistencia a ofrecer soluciones a problemas estructurales, como la sobrecapacidad de producción y los controles a la exportación de materias primas. Mientras tanto, el deseo de Pekín de resolver los aranceles europeos a los coches eléctricos y revivir acuerdos de inversión se encontró con la negativa de la UE, que actualmente no puede abordar sus propios desafíos internos.
Desigualdad en el acuerdo con Estados Unidos
La situación no mejora con Estados Unidos, donde la reciente cumbre en Escocia culminó en un acuerdo comercial que, aunque evita una guerra comercial, se percibe claramente asimétrico y desfavorable para Europa. El nuevo recargo del 15% que soportarán la mayoría de las exportaciones europeas a EE.UU. contrasta con el promedio del 4,8% antes de la llegada de Donald Trump al poder. A su vez, la UE permitirá la entrada de productos estratégicos estadounidenses, como aeronaves y semiconductores, sin aranceles, lo que aumenta la dependencia del continente respecto a su aliado transatlántico.
Este desequilibrio no se limita al ámbito comercial; también tiene implicaciones estratégicas y geopolíticas. Europa se ve obligada a aceptar condiciones económicas desiguales impuestas por Washington, lo que limita su capacidad de maniobra y la coloca en una posición subordinada tras una cumbre con China que no ofreció resultados concretos. A su vez, los estadounidenses continúan negociando con China en Estocolmo, dejando a Europa en un papel secundario.
Urgencia de una política industrial robusta
La asimetría del acuerdo con Estados Unidos resalta la debilidad de la UE para negociar en términos equitativos, evidenciando la falta de una política industrial y tecnológica comunitaria suficientemente fuerte. La dimensión insuficiente de la integración europea y la dispersión de intereses nacionales limitan su capacidad para actuar de manera cohesiva ante potencias como EE.UU. y China.
En conclusión, Europa se encuentra en una situación de clara desventaja estratégica frente a sus principales socios comerciales. Esta realidad subraya la urgencia de fortalecer la autonomía estratégica europea, diversificar sus relaciones comerciales y desarrollar una política industrial robusta para evitar quedar supeditada a las decisiones de potencias como Washington y Pekín. La voz de expertos como Alicia García Herrero, economista jefe para Asia Pacífico en Natixis, es fundamental para entender la complejidad de este panorama y la necesidad de una respuesta coordinada por parte de la UE.
