La costumbre de la siesta en España toma un carácter especial durante el mes de agosto, especialmente en un país donde el calor puede ser agobiante. Esta práctica, que Winston Churchill adoptó durante su estancia en Cuba y que le ayudaba a mantener su lucidez nocturna, se convierte en un momento vital para restaurar el ánimo tras comidas copiosas. La siesta no solo refuerza el estado de bienestar, sino que también da pie a un renovado buen humor al despertar, necesario para afrontar el resto de la jornada.
Un ritual estival con raíces culturales
El escritor y Nobel Camilo José Cela recomendaba una siesta canónica que incluía “pijama, padrenuestro y orinal”, promoviendo lo que él definió como Yoga ibérico. En agosto, el centro del verano en España, donde las temperaturas alcanzan niveles extremos, se presenta como la estación ideal para disfrutar de este descanso.
La siesta puede adoptar múltiples formas, desde el clásico descanso en el sofá mientras se visualizan documentales sobre la fauna salvaje, que transportan al espectador al Serengueti, hasta las breves cabezadas durante la retransmisión del Tour de Francia o la Vuelta a España. Sin embargo, es fundamental no exceder el tiempo de sueño. La sabiduría popular recuerda el consejo de Sancho Panza, el escudero de Alonso Quijano, quien afirmaba que sus siestas duraban entre cuatro y cinco horas, algo que no se recomienda.
Beneficios de la siesta en agosto
Lo ideal es que la siesta no sobrepase la hora, en honor a su etimología, que proviene de la sexta hora romana. Entre las siestas más breves, se encuentran las conocidas como “siestas del canónigo”, que no deben exceder los treinta minutos y que se toman antes de la comida del mediodía, justo después del ángelus.
En regiones como Galicia, donde la costa y la montaña ofrecen un entorno propicio, la siesta se transforma en un binomio ideal para convocar sueños amables que alejan las pesadillas. Aquellos que dominan el arte de la siesta pueden incluso seleccionar los contenidos oníricos que deseen experimentar, y así, como Churchill en Yalta, pueden disfrutar de un sueño reparador que les prepare para las conversaciones más decisivas.
En resumen, la siesta de agosto no es solo un simple descanso; es un ritual profundamente arraigado en la cultura española, que ofrece beneficios tanto físicos como emocionales. Este mes, cuando el calor se intensifica, la siesta se erige como un aliado esencial para enfrentar las largas jornadas estivales con renovada energía y buen humor.
