Desde principios de julio de 2023, una investigación periodística sobre las denuncias de coerción sexual contra un catedrático emérito de la Universidad de Barcelona (UB) ha puesto de manifiesto una confusión intencionada entre los términos «testimonio anónimo» y «testimonio anonimizado». Este malentendido ha sido promovido tanto por el propio catedrático como por su entorno, lo que resulta esencial para comprender no solo el trabajo de los medios de comunicación, sino también para proteger la legitimidad de las mujeres que deciden relatar las violencias sexuales que han padecido.
La diferencia entre estos dos conceptos es crucial. Un testimonio anónimo es aquel que se presenta sin rostro ni voz identificable, y puede ser recibido a través de un buzón anónimo. Sin embargo, estos mensajes carecen de la veracidad necesaria para sustentar una investigación periodística o un proceso institucional, como el que ha iniciado la UB al abrir una investigación interna a cargo de una comisión de expertos.
La importancia de la verificación en los testimonios
La información anónima puede servir como indicio, pero no puede sostenerse por sí sola. Esta situación recuerda a otro caso similar que fue publicado por El País, relacionado con el cineasta Carlos Vermut. En ese caso, tras un intenso y contrastado trabajo de investigación periodística, se lograron establecer los hechos de manera clara y fundamentada.
El uso de testimonios anónimos a menudo puede dar pie a rumores y especulaciones que no se pueden verificar. Por lo tanto, es fundamental que el público comprenda que la legitimidad de estos testimonios debe ser resguardada y analizada con rigor. La confusión entre ambos conceptos puede llevar a deslegitimar las voces de las víctimas, que son quienes realmente necesitan ser escuchadas y apoyadas en su proceso de denuncia.
La manipulación de estos términos no solo afecta a la percepción pública de los casos de abuso, sino que también puede influir en el desarrollo de investigaciones oficiales que buscan esclarecer hechos y proporcionar justicia a las víctimas. Es esencial que los medios de comunicación y la sociedad en general mantengan una postura clara y fundamentada en la defensa de la verdad y la protección de quienes han sufrido violencia.