El cierre del curso político ha estado marcado por la intensa crisis desatada por el caso Cerdán, una situación que ha puesto a prueba la resistencia del Gobierno español. En medio de un ambiente de incertidumbre, los miembros del Ejecutivo han confesado la dureza de las últimas semanas, donde todo ha podido suceder y el futuro se ha visto empañado por augurios catastrofistas.
Con la llegada de las vacaciones de verano, los dirigentes de la coalición se han retirado con un cierto alivio, aunque el desafío que les espera en septiembre es mayúsculo: la aprobación de unos presupuestos generales que prometen ser complicados. En una rueda de prensa tras su encuentro con el rey en el Palacio de Marivent, Pedro Sánchez afirmó que no planea realizar cambios en el Gobierno, respaldando a todos sus ministros. Sin embargo, esta declaración puede ser vista como una respuesta habitual de los presidentes, quienes pueden modificar el tablero político en cualquier momento.
Ascensos y desafíos dentro del Ejecutivo
Este final de curso ha visto la elevación política de dos figuras destacadas: Pablo Bustinduy, Ministro de Derechos Sociales, y Carlos Cuerpo, Ministro de Economía. Ambos son los únicos miembros del Gobierno que superan el aprobado en las valoraciones de los ciudadanos. Bustinduy ha ganado notoriedad en el espacio de Sumar, siendo considerado un posible candidato para la próxima elección si Yolanda Díaz decide dar un paso al lado. Por su parte, Cuerpo se ha consolidado como un pilar del ala socialista, especialmente en el contexto de la guerra arancelaria con Donald Trump.
No obstante, se prevé que la composición actual del Gobierno tenga que enfrentar cambios en los próximos meses, especialmente con la salida de María Jesús Montero, quien se postula como candidata del PSOE andaluz en las elecciones autonómicas de junio de 2024. Esto genera un debate interno sobre cómo la aprobación de los presupuestos podría afectar su candidatura ante Juanma Moreno.
Las luchas internas y la presión externa
La figura de Margarita Robles, Ministra de Defensa, ha comenzado a perder apoyo popular, especialmente tras su reciente derrota en una disputa interna contra Félix Bolaños, Ministro de Justicia. Cada día, su distancia con otros miembros del Gobierno se hace más evidente, lo que ha generado confusión incluso entre sus compañeros. Sus declaraciones, como la falta de apoyo explícito al fiscal general del Estado, son un reflejo de esta tensión interna.
Por otro lado, Yolanda Díaz ha renovado su imagen ante sus compañeros y la opinión pública. Su discurso sobre la corrupción en el Congreso ha revitalizado su figura, y ahora presiona al sector socialista para implementar medidas que atraigan al electorado progresista, como la ampliación de los permisos de paternidad. Sin embargo, su mayor reto será la aprobación de la reducción de la jornada laboral, un proyecto que carece de los apoyos necesarios.
En este complejo panorama, Óscar Puente, Ministro de Transportes, se ha afianzado como una de las columnas del Gobierno, a pesar de las sombras que el caso Ábalos proyecta sobre su departamento. Durante este curso, Izquierda Unida también ha mostrado tensiones internas, amenazando con romper la coalición si no se revisan los acuerdos con Israel sobre material bélico. A pesar de esto, han optado por la estabilidad al apoyar la labor de Sira Rego en su trabajo con el Ministro de Política Territorial.
Finalmente, el Ministerio de Sanidad ha recibido buenas noticias con la reciente aprobación del proyecto de ley para la creación de la Agenda de Salud Pública, un logro que refuerza la imagen de Mónica García. Al cierre de este curso, el Gobierno español se enfrenta a un otoño lleno de incertidumbres y desafíos, donde la habilidad para gestionar las tensiones internas y las expectativas externas será crucial para su continuidad.
