La organización Cáritas Castrense se dedica a apoyar a militares, guardias civiles y policías que enfrentan situaciones de soledad no deseada, una realidad poco conocida que afecta a muchos en estos colectivos. Fundada en 2012 por el arzobispo castrense Juan del Río, esta entidad sin ánimo de lucro busca canalizar la caridad cristiana en el ámbito militar, proporcionando asistencia a quienes más lo necesitan.
El teniente general Pedro Galán García, director de Cáritas Castrense, explica que su misión va más allá de ofrecer ayuda económica; se trata de construir una red de apoyo emocional y social. “Muchos retirados, viudas o familiares viven en soledad no deseada”, señala Galán, subrayando la importancia de estar presentes en la vida cotidiana de quienes requieren acompañamiento.
Una red de apoyo en todo el país
En la actualidad, Cáritas Castrense cuenta con 41 cáritas parroquiales distribuidas en unidades y bases de las Fuerzas Armadas y en organismos civiles. Solo el año pasado, atendieron a más de 3.000 personas, brindando orientación y recursos a aquellos que se encuentran en situación de vulnerabilidad.
El acompañamiento se realiza en domicilios, residencias y hospitales, así como a través de llamadas telefónicas. El teniente general recuerda un caso conmovedor: “Una viuda me escribió diciendo que la ayuda económica le venía bien, pero lo que más agradecía era que cuando llamaba, le respondía una voz amiga”. Esta cercanía es fundamental para romper estereotipos y visibilizar la realidad de muchos miembros de las Fuerzas Armadas que, tras una vida de servicio, se encuentran solos y desprotegidos.
El papel crucial del voluntariado
El éxito de esta labor se basa en el compromiso de un voluntariado que comparte un mismo lenguaje y experiencias. “Quien mejor puede hacer ese acompañamiento es uno de nosotros”, afirma Galán, quien destaca que, aunque no es necesario ser militar para participar, sí es esencial respetar los valores castrenses. Los capellanes castrenses juegan un papel clave en la identificación de situaciones de necesidad y en establecer vínculos de confianza.
Cada historia atendida en Cáritas Castrense es única. Un ejemplo es el de una familia que sufrió un incendio en su hogar y necesitaba apoyo para cubrir el alquiler y la hipoteca hasta que su vivienda fuera reparada. La organización asumió esos gastos gracias a donaciones de particulares y empresas colaboradoras, resaltando cómo la solidaridad puede marcar la diferencia en momentos críticos.
El programa de atención a personas mayores es otro de los pilares de Cáritas Castrense, que busca reintegrar a los mayores en la vida comunitaria. Actividades como paseos, talleres y actividades culturales permiten que estas personas se sientan valoradas y acompañadas. Recientemente, un grupo de mayores visitó el Santuario del Sagrado Corazón de Jesús en Getafe, donde compartieron una jornada con voluntarios, disfrutando del apoyo y la compañía.
La labor de Cáritas Castrense es un ejemplo de cómo la caridad bien organizada puede transformar vidas. “Nuestro objetivo es que se nos conozca”, concluye Galán, enfatizando el compromiso de que nadie en las Fuerzas Armadas, la Guardia Civil o la Policía Nacional se sienta solo ni desamparado. Con más de 600 voluntarios y una red solidaria, esta organización continúa su misión de ofrecer esperanza y compañía a quienes más lo necesitan.
