La Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) ha puesto de manifiesto una situación preocupante en Melilla, donde la ciudad autónoma no cuenta con un centro meteorológico propio, dependiendo de una red fragmentada de cinco centros especializados en toda España. Esta estructura, según declaraciones del Delegado Territorial de AEMET para Andalucía, Ceuta y Melilla, Juan de Dios del Pino, podría generar «puntos ciegos» en la cobertura meteorológica, especialmente en situaciones de emergencia.
El análisis del sistema meteorológico revela una complejidad significativa. En el aeropuerto de Melilla, seis meteorólogos trabajan en turnos las 24 horas para garantizar las operaciones aeronaúticas, pero el resto de los servicios meteorológicos se gestionan a distancia desde diferentes ciudades: Sevilla proporciona previsiones aeronaúticas cada seis horas, Málaga se encarga de fenómenos meteorológicos adversos, Valencia vigila la atmósfera superior y La Coruña se ocupa de las previsiones del Atlántico.
La realidad de una ciudad estratégica
Del Pino defiende este modelo, argumentando que «no es necesario tener un servicio exclusivo para Melilla», citando que ni siquiera Madrid dispone de uno específico. Sin embargo, fuentes del sector han expresado su preocupación por la dependencia crítica que esta fragmentación genera. Es especialmente llamativo que Melilla, un enclave fronterizo clave en la Operación Paso del Estrecho que moviliza a más de 9 millones de personas, dependa de un equipo tan reducido de meteorólogos, concentrados exclusivamente en el aeropuerto.
La situación se complica cuando se producen vuelos comerciales fuera de horario. «Nuestro personal se tiene que quedar», explica Del Pino, refiriéndose a vuelos que llegan «a las tres de la mañana», lo que plantea dudas sobre la naturaleza de estos servicios más allá de las emergencias médicas.
Desafíos de coordinación y respuesta
El delegado de AEMET destaca que el intercambio de información entre los profesionales se realiza a través de briefings diarios, lo que, según él, añade «más riqueza y formación» a la estructura centralizada. Sin embargo, la singularidad geográfica de Melilla, con características meteorológicas únicas por su proximidad al Atlas y al Estrecho, suscita interrogantes sobre la eficacia de esta coordinación a distancia en situaciones que requieren una respuesta rápida.
Del Pino sostiene que no sería necesario contar con más personal, lo que contrasta con la complejidad geográfica de su delegación, que abarca «cuatro climas muy diferenciados». La pregunta que surge es si una ciudad, que actúa como puerta de entrada a Europa desde África, debería seguir dependiendo de centros meteorológicos situados a cientos de kilómetros.
La verdadera prueba de esta estructura fragmentada llegará con la OPE 2025. AEMET está preparando un «boletín específico» desde Málaga para esta operación, pero Del Pino admite desconocer algunos detalles críticos. «No me lo sé, pero es lógico lo que están diciendo», responde ante la inquietud por las variables que podrían afectar la coordinación.
A pesar de que AEMET presenta su modelo como un ejemplo de eficiencia, la experiencia de Melilla podría estar desafiando los límites de un sistema que prioriza la centralización sobre la proximidad. La capacidad de respuesta ante emergencias dependerá no solo de la preparación, sino también de si seis meteorólogos y cinco centros distantes son suficientes para atender las necesidades de esta ciudad estratégica.
