La situación en el Caribe se ha vuelto crítica con la movilización de tropas tanto por parte de Estados Unidos como de Venezuela, provocando un aumento de la tensión militar en la región. Desde principios de septiembre, el presidente estadounidense, Donald Trump, ha desplegado fuerzas en el área, acusando al régimen de Nicolás Maduro de ser un líder narcotraficante y de amenazar la seguridad de EE UU. Este movimiento se produce tras la destrucción de cinco narcolanchas y un submarino presuntamente implicados en el tráfico de drogas.
En respuesta a estas acciones, Maduro ha declarado públicamente que su «pueblo está listo para el combate», poniendo en alerta a sus tropas y milicias. Sin embargo, según fuentes cercanas a Trump, el líder chavista ha hecho intentos de acercamiento a Washington, ofreciendo «todo» para evitar un conflicto directo. La estrategia del magnate parece centrarse en provocar la caída de Maduro sin necesidad de una intervención militar, favoreciendo así un gobierno más afín a los intereses estadounidenses en la región.
Movimientos estratégicos y despliegue militar
La presión sobre el régimen venezolano se ha intensificado en los últimos días. Trump ha autorizado a la Agencia Central de Inteligencia (CIA) a llevar a cabo operaciones encubiertas en Venezuela, un anuncio que ha sorprendido a muchos analistas. «No está muy claro cuál es el aspecto encubierto si el presidente lo está reconociendo abiertamente», señala Michelle Paranzino, profesora en el Colegio Naval Militar de EE UU.
Desde Caracas, el gobierno ha denunciado que la Casa Blanca estaría preparando un golpe de Estado. «Venezuela no será humillada. No se arrodilla ante nadie», advirtió Maduro, en un intento de reafirmar su autoridad. Mientras tanto, el despliegue militar estadounidense incluye dos bombarderos B-52 que han sobrevolado las costas venezolanas, lo que el Pentágono ha calificado como ejercicios de entrenamiento.
Por otro lado, la prensa estadounidense ha informado que el 160º Regimiento, conocido como ‘The Night Stalkers’, ha sido puesto en alerta. Este regimiento cuenta con una experiencia considerable en operaciones antiterroristas en Afganistán, Irak y Siria. Según el New York Times, alrededor de 10 000 soldados estadounidenses, la mayoría en bases de Puerto Rico, junto con 2 200 marines en buques de asalto anfibio, están listos para actuar en la región, aunque los expertos advierten que no es una fuerza suficiente para invadir un país del tamaño de Venezuela.
La situación económica y las alianzas de Venezuela
La economía venezolana se encuentra en un estado crítico, con la producción de petróleo en declive, a pesar de que el país posee las mayores reservas de crudo del mundo. Las sanciones impuestas por EE UU, Canadá y la Unión Europea han agravado la crisis, limitando gravemente la capacidad de Maduro para sostener a su ejército, que está mal pertrechado y mal pagado.
En este contexto, Caracas ha encontrado en China y Rusia a sus principales aliados, lo que complica aún más la situación geopolítica en la región. A pesar de las debilidades estructurales de su ejército, Maduro ha mantenido una retórica belicista, instando a los venezolanos a no convertirse en «esclavos de los gringos».
Según análisis recientes, Trump busca «forzar la renuncia de Maduro sin tener que realizar una intervención militar completa», una estrategia que podría incluir la promoción de alternativas políticas más aceptables para Washington. De hecho, informes del Miami Herald indican que la vicepresidenta venezolana Delcy Rodríguez y su hermano Jorge han propuesto planes a EE UU para desplazar a Maduro con mediación de Catar.
La situación en el Caribe continúa evolucionando, con la mirada del mundo puesta en cómo se desarrollarán los acontecimientos y si se evitará un conflicto armado en la región.