Donald Trump ha decidido restablecer la Presidential Fitness Test en las escuelas públicas de Estados Unidos, una medida que su predecesor, Barack Obama, había eliminado en 2012. Esta prueba, que evalúa la salud física de los estudiantes, fue anunciada por el presidente durante una ceremonia en la Casa Blanca el pasado jueves. «Me complace anunciar que restablecemos oficialmente la prueba presidencial de aptitud física y el premio presidencial de aptitud física», declaró Trump, afirmando que era una tradición que debía recuperarse.
Un regreso a la tradición
La Presidential Fitness Test fue instaurada en la década de 1950 con el objetivo de medir el estado físico de los jóvenes en el país. Sin embargo, Obama decidió reemplazarla por el Programa de Aptitud Física Juvenil, que se centraba más en indicadores de salud general que en el rendimiento atlético. Esta decisión fue parte de la iniciativa «Let’s Move» que promovió la entonces primera dama, Michelle Obama, enfocándose en combatir la obesidad infantil a través de la alimentación y el ejercicio.
Trump ha justificado su decisión al mencionar que la medida busca combatir «la epidemia generalizada de deterioro de la salud y la condición física», citando niveles críticos de obesidad y mala nutrición. Según un funcionario de la Casa Blanca, estas tendencias debilitan aspectos fundamentales de la sociedad, incluyendo la economía y el rendimiento académico.
Detalles de la nueva prueba
La nueva versión de la prueba, que será administrada por el secretario de Salud, Robert F. Kennedy Jr., se complementará con el revitalizado Consejo Presidencial de Deportes, Aptitud Física y Nutrición. Este consejo, compuesto por hasta 30 miembros, será responsable de desarrollar los criterios para el Premio Presidencial de Aptitud Física.
La prueba, que durante años incluyó flexiones, dominadas y carreras de una milla, también ha sufrido adaptaciones a lo largo del tiempo. En su forma original, se implementó en el mandato de Dwight D. Eisenhower y buscaba fomentar un estilo de vida saludable entre los estudiantes. Con el restablecimiento de esta prueba, Trump busca no solo evaluar la condición física de los jóvenes, sino también reavivar el espíritu competitivo que caracterizaba a esta tradición.
La controversia en torno a esta decisión refleja la polarización en la política estadounidense, donde las políticas de salud y educación son frecuentemente objeto de debate. La estrategia de Trump de volver a centrar la atención en el rendimiento atlético puede ser vista como un intento de recuperar un sentido de orgullo nacional en un contexto donde la salud pública se ha convertido en un tema crítico.
