Los cielos de Rusia fueron escenario de un intenso ataque el pasado domingo, cuando se derribaron un total de 251 drones ucranianos que intentaban alcanzar diversas instalaciones en territorio controlado por Moscú. Según el Ministerio de Defensa ruso, la mayoría de estos drones fueron destruidos sobre el mar Negro, en la península de Crimea, y en las regiones de Kursk y Bélgorod.
En Bélgorod, los ataques dejaron a 40.000 residentes sin electricidad, generando un impacto significativo en la vida diaria de la población local. A la mañana siguiente, al menos 5.400 habitantes seguían sin suministro eléctrico, según el gobernador de la región, Viacheslav Gladkov. Uno de los objetivos de la ofensiva fue la refinería de petróleo en la ciudad de Tuapse, ubicada en Krasnodar, donde los restos de drones derribados causaron heridas a dos personas y provocaron un incendio que ya ha sido controlado.
Impacto en las infraestructuras energéticas
Otras regiones afectadas por el ataque incluyeron Krasnodar, Briansk, Tula, y varias más, con un total de daños reportados en diversas localidades. Los ataques a instalaciones energéticas han generado una crisis de suministro en algunas partes de Rusia, incluyendo el Lejano Este y el Ártico. Esta situación representa un desafío significativo para un país que es uno de los mayores productores de hidrocarburos a nivel mundial.
El impacto de los drones ucranianos ha reducido la capacidad de producción de Rusia hasta en un 38% en varias regiones. Aunque las sanciones y otros problemas económicos han contribuido a esta disminución, las incursiones de drones se han consolidado como la principal causa de la crisis energética que enfrenta el país.
Alcance de los ataques ucranianos
Los drones alcanzaron hasta 700 kilómetros del frente en Dzerzhinsk, donde se reportó un herido y daños en viviendas y una gasolinera. Fuentes ucranianas aseguran que en este ataque, se logró golpear la Sverdlov Plant, una instalación clave para la producción de armamento ruso, especializada en componentes para bombas antitanques y sistemas de defensa aérea.
Aunque Ucrania ha centrado sus esfuerzos militares en regiones más cercanas a su territorio, como parte de la denominada Operación Telaraña, ha demostrado su capacidad para atacar a distancias considerables, alcanzando incluso Irkutsk, a 4.000 kilómetros al este de Moscú. Esta estrategia subraya la adaptabilidad y el alcance de las fuerzas ucranianas en el conflicto actual, desafiando las expectativas de las defensas rusas.
