El presidente de Madagascar, Andry Rajoelina, ha confirmado su huida a un «lugar seguro» para proteger su vida tras un intento de asesinato y un reciente golpe de Estado por parte de una unidad militar de élite. Este desarrollo se produce después de semanas de protestas que han dejado al menos 20 muertos en enfrentamientos con las fuerzas de seguridad malgaches.
Rajoelina, que no ha revelado su paradero, mencionó en un video difundido en la cuenta oficial de la Presidencia en Facebook que tuvo que actuar así “para preservar mi integridad física”. En su discurso, también hizo hincapié en que «solo hay una manera de resolver esta crisis: el respeto a la Constitución».
Esta situación crítica está siendo monitoreada de cerca, ya que RFI ha confirmado que Rajoelina fue evacuado de Madagascar en un avión militar francés el lunes. Al respecto, el presidente de Francia, Emmanuel Macron, quien se encuentra en Sharm el Sheij para acuerdos sobre la Franja de Gaza, subrayó la importancia de mantener el orden constitucional en Madagascar, señalando que «la primera víctima si se rompe este orden sería la población».
Las manifestaciones en Madagascar han sido impulsadas por la creciente frustración de los ciudadanos por la escasez de agua y electricidad, problemas que han incrementado las tensiones en un país que ha sufrido varios golpes de Estado desde su independencia de Francia en 1960. Rajoelina, quien asumió un nuevo mandato tras las controvertidas elecciones de 2023, ha ignorado las demandas de renuncia de los jóvenes manifestantes que buscan un cambio.
En un intento por estabilizar la situación, el Senado destituyó recientemente al presidente del Senado, Richard Ravalomanana, considerado un posible sucesor de Rajoelina en caso de que se produjera un levantamiento. La Oficina Permanente del Senado comunicó que esta decisión se tomó «debido a la situación política actual y en vista de las aspiraciones del pueblo malgache a la estabilidad, la justicia y un gobierno transparente».
Mientras la situación se desarrolla, la comunidad internacional observa con atención los acontecimientos en Madagascar, donde las esperanzas de un futuro más estable se ven amenazadas por la violencia y la inestabilidad política. Los próximos días serán cruciales para determinar el rumbo del país y la respuesta de los ciudadanos ante un gobierno que se enfrenta a una creciente oposición y descontento social.