En el actual escenario político de Israel, el primer ministro Benjamin Netanyahu se encuentra navegando un entorno cada vez más turbulento, caracterizado por la fragmentación y la radicalización de su gobierno. Desde las elecciones de noviembre de 2022, el Likud solo ha logrado obtener 32 de los 120 escaños de la Knéset, lo que le ha obligado a buscar aliados entre partidos de ultraderecha, aumentando la inestabilidad de su administración.
La situación se ha complicado notablemente tras la declaración de guerra a Hamas en Gaza, después de los atentados del 7 de octubre de 2023. Los ministros Bezalel Smotrich, del Partido Religioso Sionista, e Itamar Ben-Gvir, del Partido Otsma Yehudit, han adquirido un poder desproporcionado en comparación con sus escasos escaños en el Parlamento. Estos líderes extremistas han llevado la política israelí hacia una postura más dura, rechazando cualquier posibilidad de solución de dos Estados, que Netanyahu había respaldado en el pasado.
La influencia de los partidos minoritarios
El poder de los pequeños partidos ha sido crucial en la actual legislatura. La Knéset ha tomado decisiones controvertidas, como la reciente aprobación de un plan para anexar Cisjordania, que se logró con el apoyo de un único voto de un diputado disidente del Likud, en contra de la opinión de Netanyahu. Esta situación pone de relieve la fragilidad de su gobierno y cómo su liderazgo está constantemente amenazado por los extremismos de sus aliados.
Desde la década de 1980, la política israelí ha estado marcada por la capacidad de estos partidos minoritarios para imponer partes de su agenda. Según el profesor Brent E. Sasley de la Universidad de Texas, esto ha llevado a que el gobierno de Netanyahu sea considerado el más extremista de la historia del país, con la influencia de Smotrich y Ben-Gvir como ejemplos claros de esta tendencia.
El sistema político de Israel se caracteriza por su falta de una Constitución formal y por la existencia de trece leyes básicas que regulan la gobernanza. Esto, junto a un parlamento relativamente pequeño, ha resultado en una representación política fragmentada, donde partidos que representan desde a los ultraortodoxos hasta a los árabes-israelíes deben buscar alianzas para lograr gobernar.
Las perspectivas de Netanyahu en un entorno cambiante
El partido Yesh Atid, que se posiciona como laico y de centro, ha emergido como un fuerte opositor a Netanyahu, especialmente en su gestión del conflicto en Gaza. Su líder, Yair Lapid, que fue primer ministro durante seis meses en 2021, se opone a las políticas del actual gobierno y aboga por negociaciones con la Autoridad Palestina.
A pesar de los desafíos que enfrenta, el plan de paz propuesto por Donald Trump ha logrado cierta aceptación entre los israelíes, con solo un 8% de la población rechazando la hoja de ruta presentada desde Washington. La visita de Trump a la Knéset fue recibida con una cerrada ovación, lo que podría ofrecer a Netanyahu un respiro en medio de los escándalos de corrupción que lo rodean.
Con la posibilidad de unas elecciones anticipadas, el Likud podría recuperar fuerza, similar a su desempeño en las décadas de 1970 y 1980. Esto pondría a prueba la capacidad de Netanyahu para adaptarse y sobrevivir en un entorno político cada vez más complicado, donde cada decisión puede tener consecuencias significativas para el futuro de Israel.
