El mundo del cine se encuentra de luto tras el fallecimiento de Udo Kier a los 81 años este pasado domingo en un hospital de Palm Springs, California. Su muerte marca el cierre de una de las trayectorias más singulares y transgresoras del séptimo arte, un intérprete que dejó una huella indeleble en la historia del cine.
Nacido como Udo Kierspe en Colonia durante la Segunda Guerra Mundial, Kier se convirtió en una figura irrepetible del cine gracias a su magnetismo inquietante y su capacidad de transitar entre lo perturbador y lo cómico. Su salto definitivo a la fama llegó con las películas producidas por Andy Warhol y dirigidas por Paul Morrissey: Carne para Frankenstein (1973) y Sangre para Drácula (1974). Ambas obras, reinterpretaciones provocadoras de los clásicos de Hollywood, elevaron a Kier a la categoría de estrella de culto, siendo su Drácula frágil y excéntrico una de sus interpretaciones más memorables.
Una carrera marcada por la colaboración y la versatilidad
Después de su fulgurante irrupción en el cine, Kier trabajó intensamente en Europa durante las dos décadas siguientes. Durante este periodo, colaboró con el renombrado director alemán Rainer Werner Fassbinder en títulos como La mujer del jefe de estación, La tercera generación o Lili Marleen. Esta etapa consolidó su imagen como un actor versátil, capaz de aportar profundidad emocional incluso a los personajes más extremos, convirtiéndose en un sello inconfundible del cine europeo de la época.
El destino lo llevó de Berlín a Hollywood cuando conoció al director Gus Van Sant en el Festival de Berlín. Gracias a él, Kier consiguió su permiso de trabajo en Estados Unidos. Van Sant no tardó en aprovechar su talento, incluyéndolo en Mi Idaho privado (1991), una película que conectó al público estadounidense con el magnetismo del actor alemán, ahora considerado un clásico moderno.
Un legado en el cine contemporáneo
La colaboración de Kier con Lars Von Trier también fue fundamental en su carrera, participando en numerosas películas como Epidemia, Rompiendo las Olas, Bailar en la Oscuridad, Dogville, Melancolía y Ninfomanía: Vol. II. Aunque su presencia a menudo era secundaria, siempre aportaba una intensidad inigualable a cada proyecto.
En la década de los 90, Kier se consolidó como un secundario de lujo en Hollywood, participando en títulos de gran repercusión como Ace Ventura: Detective de mascotas, Armageddon y Blade. Su rostro se volvió familiar para millones de espectadores, interpretando personajes excéntricos o de moral dudosa, papeles que él mismo disfrutaba por la libertad que le otorgaban para «jugar en los márgenes».
Udo Kier vivió tantas vidas como personajes interpretó. Viajó por medio mundo, trabajó con algunos de los directores más innovadores de las últimas décadas y colaboró incluso con Madonna en varios proyectos. Sus memorias, repletas de anécdotas, se convirtieron en un testimonio fascinante de la historia reciente del cine, dejando un legado que perdurará en generaciones de cineastas y espectadores.
Su fallecimiento marca el adiós a un ícono del cine que seguirá siendo recordado por su inigualable contribución a la industria cinematográfica.
