El presidente de la República Francesa, Emmanuel Macron, ha anunciado la creación de un servicio militar voluntario de diez meses que comenzará a implementarse en 2026. Este nuevo programa está dirigido a jóvenes de entre dieciocho y diecinueve años, quienes realizarán misiones exclusivamente dentro del territorio nacional. La presentación de esta iniciativa tuvo lugar en el cuartel de Varces, en los Alpes franceses, y marca un cambio significativo en la política de defensa y el compromiso cívico en Francia.
En una primera fase, se prevé la incorporación de 3 000 jóvenes al servicio, con la proyección de aumentar el número de efectivos a 10 000 en 2030 y llegar a 50 000 en 2035, dependiendo de la evolución de las amenazas geopolíticas. Macron destacó que «la juventud aspira a la libertad y tiene sed de compromiso», alineando esta medida con un movimiento más amplio en Europa, donde se busca fortalecer la defensa colectiva.
Objetivos y estructura del servicio militar
Macron enfatizó la necesidad de que Francia no permanezca «inmóvil» ante las crecientes amenazas. La creación de este servicio está diseñada para movilizar a la nación en defensa de su soberanía, sin enviar a los voluntarios a misiones en el extranjero. El proceso de selección de los reclutas se basará en su motivación y en la adecuación a las necesidades del ejército, que se evaluará en la «jornada de movilización», un evento clave para que los jóvenes expresen su interés en participar.
Este programa se estructurará en dos fases bien definidas. Durante el primer mes, los reclutas recibirán una formación general intensiva, donde aprenderán los rudimentos militares esenciales y se familiarizarán con el manejo básico de armas. Los nueve meses restantes estarán dedicados a la integración en una unidad militar, donde compartirán la vida y actividades con los militares profesionales. Es importante destacar que estos voluntarios no serán enviados a misiones fuera de Francia, limitando su servicio al territorio nacional.
Contexto y consideraciones políticas
La decisión de Macron no surge en un vacío. Se sitúa en un contexto geopolítico de creciente incertidumbre y un debate más amplio sobre la defensa en Europa. El presidente hizo hincapié en la necesidad de una movilización nacional para la defensa, una posición que ha cobrado relevancia ante las tensiones internacionales. Esta iniciativa pretende también mitigar la controversia generada por declaraciones previas del jefe del Estado Mayor del Ejército, Fabien Mandon, quien había sugerido que Francia debería estar preparada para «aceptar perder a sus hijos» ante la amenaza rusa.
Macron fue claro al afirmar que los nuevos soldados voluntarios «servirán en el territorio nacional y solo en el territorio nacional», reafirmando el carácter defensivo de este nuevo servicio. Aunque se reintroduce una forma de servicio militar, el presidente ha descartado la vuelta al servicio militar obligatorio, que fue suprimido en Francia en 1996. Argumentó que la obligatoriedad «no corresponde a las necesidades de nuestro ejército ni a las amenazas actuales», subrayando que la profesionalización de las fuerzas armadas requiere un enfoque centrado en la especialización y la motivación individual.
No obstante, Macron dejó abierta la posibilidad de una movilización forzosa en circunstancias excepcionales, pero solo si así lo decidiera el Parlamento, reiterando que la obligatoriedad no se ajusta a las amenazas actuales y que cualquier medida de este tipo requeriría un consenso legislativo.
