Agosto inicia en Galicia con un notable incremento en los precios del marisco, impulsado por la llegada de turistas y celebraciones locales. En la plaza de abastos de Santiago de Compostela, reconocida como el segundo lugar más visitado de la ciudad, los precios de pescado y marisco han comenzado a repuntar. Aunque no alcanzan las cifras elevadas de diciembre, el aumento es palpable.
Miguel Galbán, responsable del cocedero O Cangrexeiro, comenta que «no son los precios de Navidad, pero el marisco y el pescado suben en agosto». Mientras prepara navajas a la plancha, rodeado de turistas curiosos, señala que julio tuvo un inicio lento, pero agosto ha traído un aumento considerable en la afluencia de visitantes. «Hay mucha más gente, muchos pedidos. Esto se anima», asegura.
El aumento de precios se debe a la elevada demanda que generan las festividades y el turismo. «Las navajas, por ejemplo, estaban entre 16 y 18 euros el kilo. Ahora están a más de 20 euros. La almeja también ha subido. Además, hay menos producto, y eso encarece», explica Galbán. Sin embargo, aclara que este incremento es moderado: «No es como en Navidad, cuando el precio se puede triplicar. Ahora sube un poco, sí, pero aún se puede disfrutar a buen precio».
El ambiente de la plaza confirma esta tendencia. Las terrazas de la zona de degustación se encuentran rebosantes de turistas que no solo observan, sino que preguntan, prueban y compran. «Me vuelve loca. Me encanta. Y de precio, no lo veo mal», comenta una visitante sevillana mientras espera una ración de zamburiñas a la plancha. Un turista leonés añade: «Yo creo que es por las fiestas. Hay muchas ahora, y claro, eso dispara la demanda. Todo sube».
Desde Jerez, un grupo de visitantes señala que «el precio es un poco elevado, pero el producto es bueno. Y si es de calidad, se paga». Una pareja de Barcelona que repite experiencia en el mercado asegura: «Ya vinimos el año pasado. Nos encanta. Está todo muy bien organizado, y comparado con lo que cuesta en casa, aquí es más barato y con muchísima más calidad».
Galbán también destaca la transparencia de su negocio: «Aquí no hay trampa ni cartón. El cliente elige lo que quiere, lo ve cómo lo preparamos, cocina abierta. Todo transparente. Algunos lo llevan a casa o al restaurante, otros lo comen aquí mismo. Les gusta probar, preguntar, saber qué es cada cosa. Y eso es bueno».
Desde Alicante, una familia subraya la diferencia de precios: «En Galicia se come a mitad de precio que en Alicante. Y encima, es de calidad, todo fresco. Así da gusto». Aunque agosto no sea el mejor mes en cuanto a disponibilidad, la plaza compostelana sigue siendo un destino imprescindible para quienes desean disfrutar de la gastronomía gallega sin salir de la ciudad. La tradición de comer marisco se ha convertido en una especie de segunda peregrinación, tras la de la catedral, que ningún visitante quiere perderse.
