Lidia Bosch, la aclamada actriz y presentadora española de 61 años, ha compartido su perspectiva sobre el uso del bótox en una reciente entrevista con Vanity Fair. A lo largo de su carrera, Bosch ha hablado abiertamente sobre su relación con los tratamientos estéticos y ha revelado que su experiencia con el bótox no fue positiva.
En sus declaraciones, Bosch recordó cómo probó el bótox hace años, pero se sintió incómoda con el resultado. Según sus palabras, el tratamiento dejó su rostro con una expresión que no reconocía como propia, generando una sensación de desconexión emocional. «Mi cara transmitía emociones que no sentía», confesó, refiriéndose a un gesto permanente de sorpresa que le resultaba ajeno. Esta experiencia la llevó a tomar la decisión de no volver a utilizarlo.
La importancia de la expresividad en la actuación
Para Lidia Bosch, la expresividad del rostro es fundamental en la actuación, ya que se considera la principal herramienta de comunicación de los actores. «El rostro no es solo una carta de presentación, sino un vehículo a través del cual se transmite el alma del personaje», afirmó. En este sentido, el uso de productos que paralizan o modifican los movimientos naturales de la cara podría obstaculizar su capacidad de mostrar emociones auténticas, lo que contraviene su búsqueda de autenticidad en el trabajo interpretativo.
Durante la entrevista, Bosch también se mostró comprensiva con quienes eligen recurrir al bótox o a otros tratamientos estéticos. Subrayó que cada persona tiene el derecho de decidir sobre su cuerpo y que, en muchos casos, estas intervenciones pueden contribuir a mejorar la seguridad y el bienestar personal. Sin embargo, enfatizó que no todos los tratamientos funcionan igual en todos los rostros y que su experiencia particular resultó contraproducente, haciéndola sentir desconectada de su propia imagen.
Aceptación del paso del tiempo
Lidia Bosch ha comenzado a sentirse cada vez más cómoda con la idea de envejecer de manera natural. Asegura que aceptar los cambios que trae el tiempo no implica descuidarse, sino más bien establecer una relación más sana con uno mismo. «El paso de los años deja huella, sí, pero también aporta autenticidad, experiencia y verdad», afirmó, valores que no está dispuesta a sacrificar en favor de una estética uniforme y despersonalizada.
Lo que resalta en el discurso de Bosch no es una crítica al bótox en sí, sino una defensa firme de la expresividad como un valor humano y artístico. Habla desde su propia experiencia, el reconocimiento de sus emociones y el deseo de seguir siendo fiel a lo que siente, incluso a través de su rostro. En un mundo donde la imagen a menudo predomina sobre la verdad, su voz representa una valiente apuesta por lo genuino.
