La Comisión Europea se enfrenta a un dilema crucial sobre el uso de los activos rusos congelados debido a las sanciones impuestas tras la invasión de Ucrania. Desde septiembre, se ha explorado la posibilidad de utilizar estos fondos, que ascienden a aproximadamente 185.000 millones de euros, para ofrecer un crédito sin intereses a Ucrania. Sin embargo, la falta de consenso, especialmente por parte de Bélgica, está paralizando el avance de esta iniciativa.
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Euroclear, la entidad que gestiona la mayor parte de estos activos, se encuentra en el epicentro de este debate. Legalmente, estos fondos pertenecen a Rusia y no pueden ser utilizados sin levantar las sanciones, lo que plantea un escenario complicado. La propuesta inicial de la Comisión busca usar parte de estos 140.000 millones de euros para ayudar a Kiev a cubrir sus necesidades bélicas y básicas, pero la oposición belga exige garantías legales robustas ante posibles represalias de Moscú.
Perspectivas de Estados Unidos y la presión sobre Europa
En medio de este estancamiento, Estados Unidos ha mostrado interés en tomar el control de estos activos como parte de su plan de 28 puntos para Ucrania, que incluye la inversión de 100.000 millones de dólares de los activos congelados en proyectos de reconstrucción. Esto ha generado inquietud en Europa, ya que implicaría que el continente tendría que ceder a intereses estadounidenses en un tema tan delicado.
El plan estadounidense podría alterar el equilibrio de poder en las negociaciones, ya que Washington sólo controla actualmente unos 5.000 millones de dólares de activos rusos, lo que lo obliga a depender de Europa para alcanzar sus objetivos financieros. La presión sobre el Gobierno belga crece a medida que se aproxima el Consejo Europeo de diciembre, donde se espera que se tome una decisión sobre la ayuda a Ucrania.
El complicado futuro de los activos congelados
A pesar de las numerosas discusiones y propuestas, la situación sigue siendo incierta. Según ha indicado António Costa, presidente del Consejo Europeo, su intención es que los líderes de la UE adopten un plan de ayuda en la próxima reunión. Sin embargo, la falta de consenso sobre el uso de los activos congelados sigue siendo un obstáculo.
La idea de utilizar estos fondos va más allá de la mera cuestión económica; es un reflejo de la compleja dinámica política que enfrenta Europa en su relación con Rusia y Estados Unidos. La falta de acuerdo sobre cómo proceder con estos activos podría tener repercusiones significativas en las futuras negociaciones y en la estabilidad de la región.
En resumen, la decisión sobre el destino de los activos congelados rusos es un tema que involucra no solo aspectos financieros, sino también cuestiones de política internacional que determinarán la relación futura entre Europa y sus aliados.
