La situación en Gaza y Líbano se ha vuelto crítica, con más de 200 víctimas mortales en el primer mes de una tregua que parece más un espejismo que una realidad. Desde su entrada en vigor, las violaciones del alto el fuego han sido constantes, algo que ha sido denunciado por Francesca Albanese, relatora especial de las Naciones Unidas sobre los territorios palestinos, quien describió la situación como “un alto el fuego unilateral” en su cuenta de X. Esto se evidencia en el hecho de que, el mismo día que se anunciaba la tregua, Israel mató a cinco palestinos, lo que pone de manifiesto la falta de compromiso real por parte de las autoridades israelíes.
En Líbano, la magnitud de la violencia no es menor. A un año de que se oficializara la tregua, han muerto más de 320 personas en el país, que se encuentra bajo el constante temor de ataques israelíes. Michael Young, editor senior del Centro Carnegie para Oriente Medio, explica que el acuerdo de alto el fuego permitió a Israel atacar cualquier amenaza de Hizbula, lo que ha resultado en bombardeos prácticamente diarios en el territorio libanés. “Fue un alto el fuego impuesto al bando más débil”, señala Young, refiriéndose a la situación de Hizbula en el contexto de la balanza de poder en la región.
Violaciones del alto el fuego y ataques constantes
Desde el comienzo de los enfrentamientos el 8 de octubre de 2023, la tensión ha aumentado notablemente. Según informes, Hizbula ha cumplido en gran medida los términos del alto el fuego, mientras que Israel ha llevado a cabo más de 4.500 violaciones del mismo. Estas violaciones han incluido ataques aéreos y redadas, como la que tuvo lugar recientemente en el municipio de Blida, donde un empleado municipal fue asesinado por soldados israelíes. El ejército israelí ha justificado estas acciones indicando que continuarán atacando hasta que se logren resultados concretos en la restricción del armamento de Hizbula.
La situación en el sur del Líbano es especialmente preocupante, donde la mayoría de los ataques se han concentrado en áreas con una significativa población chií, que apoya a la milicia. A pesar de los intentos del ejército libanés por reforzar sus posiciones en la frontera, las tropas israelíes continúan ocupando puntos estratégicos en el límite entre ambos países. La reconstrucción de las áreas devastadas por la guerra se ha visto severamente obstaculizada debido a la destrucción de infraestructuras, con la pérdida de equipos de construcción valorados en decenas de millones de dólares.
Presiones políticas y la búsqueda de soberanía
La presión sobre el Gobierno libanés ha aumentado a medida que Estados Unidos intensifica sus esfuerzos diplomáticos en la región. A pesar de una negativa inicial, tanto el Gobierno como Hizbula han accedido a considerar un plan estadounidense que incluye negociaciones con Israel, lo que ha llevado a una erosión de la soberanía libanesa. Young subraya que, aunque el Líbano tiene más soberanía que Gaza, los libaneses se sienten atrapados en un juego de poder en el que su destino se encuentra fuera de su control.
Las tensiones persisten, y los libaneses se ven obligados a ceder ante las condiciones impuestas por Israel y Estados Unidos, en un contexto donde la posibilidad de un nuevo conflicto armado está latente. “Tarde o temprano, los libaneses deberán aceptar un compromiso que satisfaga a israelíes y estadounidenses, o nos dirigiremos hacia una nueva guerra”, concluye Young, reflejando la desesperanza que permea en la población.
