El 27 de agosto de 2023, un doble ataque aéreo israelí contra el mayor hospital del sur de Gaza resultó en la muerte de al menos 20 personas, la mayoría durante un segundo bombardeo que impactó en el piso superior del centro médico, donde se encontraban periodistas y rescatistas. Este ataque ha puesto de manifiesto el creciente peligro que enfrentan los reporteros en un conflicto que ha cobrado la vida de más de 230 periodistas en menos de dos años.
Un entorno hostil para los reporteros
El director del hospital, Saber al Asmar, describió el pánico reinante entre los pacientes, quienes se encontraban en un lugar que debería ofrecer protección internacional. El ejército israelí justificó el ataque alegando que el objetivo era una «cámara de Hamas», aunque no presentó pruebas que respaldaran tal afirmación. Esta situación revela una tendencia alarmante: los periodistas en Gaza, que conocen a fondo el terreno y la realidad de su gente, se han convertido en un blanco militar.
Desde el inicio de las hostilidades, la Federación Internacional de Periodistas (IFJ) ha documentado la muerte de 233 comunicadores en ataques israelíes, mientras que fuentes gazatíes elevan esa cifra a 246. Según Amnistía Internacional, este conflicto ha causado más muertes de periodistas que cualquier otro conflicto en la historia moderna, duplicando el número de informantes fallecidos en los trece años de guerra en Siria y triplicando los muertos en las dos guerras mundiales.
La imagen del chaleco antibalas con el distintivo «prensa» ha pasado de ser un símbolo de protección a convertirse en un objetivo para los ataques, lo que ha generado un clima de miedo y desconfianza. Muchos periodistas se ven aislados por sus propios familiares, que temen convertirse en víctimas de bombardeos por su asociación con los medios.
Testimonios de la angustia y la lucha por informar
Abdallah Miqdad, corresponsal de Al Arabi TV, señala que la percepción de la prensa entre los gazatíes se deterioró tras la muerte de la familia del periodista de Al Jazeera, Wael Al Dahdouh, a principios de este año, lo que llevó a muchos a creer que los reporteros podían ser atacados en cualquier momento. En un momento de desesperación, un vecino instó a otro periodista a abandonar el lugar: «Salgan de este lugar para que no nos bombardeen a ustedes».
Al Dahdouh logró ser evacuado de Gaza ante las crecientes amenazas, pero muchos otros periodistas permanecen atrapados, enfrentando el hambre y la pérdida de seres queridos en un entorno cada vez más hostil. Ahed Farwana, del Sindicato de Periodistas Palestinos de Gaza, compartió su experiencia de trabajar en condiciones precarias, describiendo su vida en una tienda de campaña privada de lo más básico, como agua y un baño.
«La incertidumbre es constante; no sabes si tu tienda o sus alrededores serán el próximo objetivo», afirmó Farwana, resaltando la difícil situación que enfrentan los reporteros en Gaza.
Con la falta de lugares seguros para trabajar, muchos han sido desplazados a hospitales locales, donde pueden acceder a una fuente de energía. Hind Khoudary, reportera de Al Jazeera en Gaza, indicó que los periodistas utilizan estos hospitales para seguir informando sobre heridos y casos de desnutrición, aunque estos lugares también se han convertido en blanco de ataques.
La prohibición israelí de permitir el acceso a la prensa internacional ha convertido a los periodistas gazatíes en la cara visible de la cobertura de esta guerra, mostrando al mundo la devastación y el sufrimiento que vive el enclave. El Comité para la Protección de los Periodistas ha denunciado esta persecución como un «hecho insoportable destinado a apuntalar el apagón informativo en la franja».
Por esta razón, este periódico se une a la iniciativa de Reporteros Sin Fronteras (RSF) y la organización civil Avaaz para exigir el fin de los ataques selectivos contra periodistas en Gaza, que califican de «masacre» sistemática y deliberada.