En un contexto de crisis económica y creciente descontento social, Luis Campos, investigador del Instituto de Formación e Investigación de la Central de Trabajadores Argentinos (CTA), ofreció un análisis profundo sobre la precarización laboral en Argentina durante su participación en el programa «Contrapunto» de «La Izquierda Diario +.» Junto a Mariano González del Observatorio de Trabajadores de LID, y bajo la conducción de Eduardo Castilla, Campos abordó la situación actual del mercado laboral y sus implicaciones en la clase trabajadora.
La crisis económica y su impacto en el trabajo
Campos inició su exposición subrayando que «la economía argentina no crece desde el año 2012», lo que implica más de una década de estancamiento económico. Este fenómeno, según el investigador, es la raíz de muchos problemas laborales actuales, pues «una economía estancada no va a crear puestos de trabajo de manera sostenida». Destacó que actualmente el país mantiene «la misma cantidad de puestos formales que a finales de 2011», lo que pone de relieve la falta de generación de empleo de calidad.
Este estancamiento ha tenido un efecto devastador en la juventud argentina. Campos apuntó que muchos jóvenes que ingresaron al mercado laboral hace más de diez años, ahora se ven atrapados en trabajos precarios, sin posibilidad de mejorar sus condiciones. «Imagina un chico o una chica que entró al mercado laboral en 2012 y sigue en lo mismo que hace 13 años», explicó. Esta situación infunde frustración y enojo, especialmente entre aquellos que aspiran a formar una familia o mejorar su calidad de vida.
La precarización laboral y el descontento social
El investigador advirtió que el «hartazgo» frente a la precarización y la caída salarial es fundamental para entender el clima político actual. La disminución del poder adquisitivo, que comenzó en 2018 y no se ha revertido durante la gestión de Alberto Fernández, ha acumulado presión social. «Todo eso va acumulando presión y es uno de los elementos que hay que considerar para explicar por qué asume Javier Milei«, indicó Campos, refiriéndose al discurso del nuevo presidente que promete un cambio radical en el manejo de la economía.
A pesar de las promesas, la realidad ha demostrado que «los salarios no han crecido e incluso en algunos casos han caído». Esto ha llevado a un «enojo superable», y Campos concluye que «no hay crisis política sin una base material o sin un enojo proveniente de la imposibilidad de mejorar tus condiciones de vida».
Un aspecto crucial de su análisis es desvincular la precarización de la informalidad laboral. Campos argumenta que hay múltiples dimensiones de la precariedad que no se limitan al trabajo «en negro». Un trabajador registrado puede estar en condiciones precarias si, por ejemplo, su jornada laboral es extenuante o sus ingresos son insuficientes para cubrir sus necesidades básicas.
El concepto de «trabajadores pobres» también fue abordado por Campos, quien advirtió que la medición de la pobreza por ingresos puede ocultar la superexplotación. «Si alguien trabaja 8 horas y es pobre, pero al trabajar 12 horas ya no lo es, eso significa que se está superexplotando para salir de la canasta de pobreza», explicó. Desde una perspectiva histórica, Campos sostiene que ha habido un deterioro sistemático en las condiciones de vida de los trabajadores en Argentina durante los últimos 50 años.
El papel de los sindicatos y la lucha por derechos
En cuanto al rol de los sindicatos, Campos rechazó la caracterización de «estructuras mafiosas», subrayando que hay miles de trabajadores que cuentan con algún tipo de representación colectiva. Sin embargo, también se autocritica, señalando que las organizaciones sindicales no han tenido la capacidad de transformación necesaria ante los cambios del mercado laboral. «La estructura sindical está muy armada para un mercado formal que ya no existe», afirmó, destacando que la CTA tuvo un acierto en los años 90 al diagnosticar que la ofensiva del capital llegó para quedarse.
El investigador aboga por una ampliación de las demandas sindicales hacia derechos universales como la educación y la salud, aunque reconoce que equilibrar estas demandas con las corporativas es un desafío complejo. Campos también critica a las direcciones sindicales que se quedan cómodas y no fomentan una mayor afiliación y participación activa.
Finalmente, Campos reflexionó sobre la relación entre precarización e identidades políticas, enfatizando que hay una creciente individualización en el mercado laboral. Este fenómeno, que contrasta con los entornos colectivos, contribuye a un discurso que promueve la meritocracia y el esfuerzo individual, pero que se ve limitado cuando no se traduce en mejoras materiales. La incertidumbre sobre el futuro es palpable, y Campos anticipa un aumento del escepticismo y el descontento entre los trabajadores.
Las reflexiones de Luis Campos ofrecen una visión integral y crítica de la precarización laboral en Argentina, vinculándola con el estancamiento económico y las frustraciones sociales, advirtiendo sobre las profundas consecuencias de un modelo que no garantiza condiciones de vida dignas para la mayoría.
