La demografía española ha experimentado un cambio radical en las últimas décadas, con un notable aumento de personas que optan por no tener hijos. Este fenómeno, especialmente pronunciado entre la generación de los ‘baby boomers’, plantea nuevos desafíos para quienes ahora se enfrentan a la vejez sin el apoyo familiar que tradicionalmente se ha considerado fundamental.
Según una encuesta del CIS publicada en septiembre, el 90% de los españoles mayores de 75 años tienen descendencia, pero entre las generaciones más jóvenes, el porcentaje de adultos sin hijos ha aumentado considerablemente. En concreto, el 20% de los adultos de entre 55 y 64 años no han sido padres, y este índice asciende hasta el 36% en la población de entre 34 y 44 años.
La crisis de la familia tradicional
Actualmente, el 72% de los hogares españoles no alberga a niños o jóvenes. De estos, una cuarta parte está compuesta por personas que viven solas, un fenómeno que ha crecido del 23,6% al 26,6% en los últimos años. Este cambio en la estructura familiar se refleja en la creciente cantidad de hogares donde solo residen adultos, superando incluso a las familias convencionales con hijos, que representan solo el 17%.
Estos datos, proporcionados por el centro de análisis Funcas, indican que «los hogares que más han aumentado en Europa son aquellos que no encajan con la idea tradicional de familia». Esta transformación demográfica genera importantes retos para las personas mayores sin descendencia.
Retos de la vejez sin descendencia
La decisión de no tener hijos puede acarrear complicaciones en la vejez, especialmente cuando se trata de afrontar la vida diaria sin el apoyo de una familia cercana. Actividades cotidianas, como ir al médico o compartir una comida, pueden convertirse en desafíos mayores, aumentando la sensación de soledad y vulnerabilidad. José Ángel, de la Fundación Grandes Amigos, señala que es crucial reflexionar sobre el futuro y preguntarse: «¿dónde voy a vivir cuando sea mayor?»
Una de las soluciones que está ganando popularidad son los cohousing o viviendas colaborativas. En estos espacios, un grupo de personas vive en comunidad, pero en apartamentos individuales. A cambio de un alquiler asequible, los residentes disfrutan de servicios como lavandería, limpieza, comidas y diversas actividades, desde peluquería hasta fisioterapia, fomentando así una convivencia enriquecedora.
Además de los beneficios prácticos, estas viviendas ofrecen una oportunidad para combatir la soledad, permitiendo a los mayores compartir su día a día con otros en una situación similar. Este modelo se presenta como una alternativa viable ante la soledad que enfrentan muchos ancianos sin descendencia.
En este contexto, surge la iniciativa «Hablando en plata», una nueva plataforma de Atresmedia diseñada para atender a las necesidades de las personas mayores de 55 años, proporcionando un espacio de encuentro y recursos adaptados a sus intereses.
La transformación en la estructura familiar y el aumento de mayores sin hijos indica una necesidad de adaptación social y habitacional, donde las viviendas colaborativas pueden ser una respuesta efectiva a la soledad y vulnerabilidad de este colectivo.
