La Estrategia de Seguridad Nacional del presidente estadounidense Donald Trump ha generado una polémica considerable al calificar a Europa de estar en camino hacia un «suicidio civilizacional». Este documento, que se espera que sea tomado como un referente por su administración, ha desatado críticas, especialmente a raíz de las afirmaciones del subsecretario de Estado, Christopher Landau, quien ha vinculado las políticas de la Unión Europea a esta supuesta «aniquilación».
Poco después de la publicación de la estrategia, Landau expresó en la red social X que las políticas europeas, que incluyen «censura, suicidio económico, fanatismo climático y fronteras abiertas», son responsables de la situación crítica del continente. Este tono alarmista se alinea con la visión de Trump, que tiende a actuar sin un marco estratégico sólido y a menudo se basa en impresiones más que en análisis documentados.
La crítica a Europa y la falta de autocrítica hacia Rusia
El documento no escatima en acusaciones. Según la estrategia, la inmigración y la caída de las tasas de natalidad son factores determinantes en la crisis europea. Sin embargo, a pesar de este enfoque negativo, la administración de Trump parece mantener una expectativa de colaboración, sugiriendo que Estados Unidos debería apoyar a los «partidos patrióticos europeos» para contrarrestar lo que consideran una trayectoria desastrosa para el continente.
Un aspecto revelador del documento es su omisión de cualquier crítica hacia Rusia, a pesar de la guerra de agresión que este país lleva a cabo contra Ucrania. En contraste con la estrategia de 2017, que reconocía abiertamente la amenaza rusa, la actual versión elude cualquier compromiso con el Artículo 5 de la OTAN, que establece la defensa colectiva entre aliados.
Esta falta de crítica hacia Rusia podría dificultar la recepción de la oferta estadounidense para «gestionar las relaciones europeas con Rusia». La percepción en Europa sobre cómo la administración Trump ha tratado al Kremlin es escéptica y la disposición a delegar esta relación a Washington es casi inexistente.
Desafíos y realidades europeas
El presidente del Consejo Europeo, Nacho Alarcón, ha respondido a esta visión, afirmando que Estados Unidos y Europa «ya no comparten la misma visión del orden internacional». A pesar de los desafíos que enfrenta Europa, como la necesidad de revitalizar su economía y gestionar la migración, el continente sigue siendo un modelo de estabilidad y calidad de vida. Las tasas de homicidio son significativamente más bajas que en Estados Unidos, y sus democracias son abiertas y dinámicas.
Este contexto resalta la desconexión entre la narrativa presentada en la Estrategia de Seguridad Nacional de Trump y la realidad de las sociedades europeas. La afirmación de que Europa se encuentra en peligro de «extinción» o «suicidio» es un argumento que muchos europeos encuentran exagerado y poco fundamentado.
En resumen, la estrategia de Trump no solo refleja su perspectiva distorsionada sobre Europa, sino que también ignora los logros y la resiliencia del continente en un mundo cada vez más complejo. Con una visión que se aleja de conceptos como la libertad, la democracia y el multilateralismo, el enfoque de Trump plantea más preguntas que respuestas sobre el futuro de las relaciones transatlánticas.
