La isla de Wannsee, al sudoeste de Berlín, se convirtió en un símbolo de la barbarie nazi cuando el 20 de enero de 1942, altos mandos del régimen, liderados por Reinhard Heydrich, se reunieron para discutir la Solución Final. Este plan tenía como objetivo el exterminio de aproximadamente 11 millones de judíos en Europa, pasando de un enfoque de fusilamientos masivos a un genocidio industrial.
Durante la reunión, se debatieron distintas formas de llevar a cabo este plan, incluido el uso del gas Zyklon B, mientras que ya se comenzaba a construir el campo de exterminio de Auschwitz II-Birkenau. Sin embargo, pocos recuerdan que, inicialmente, la estrategia nazi no incluía métodos tan extremos; su primer objetivo era la expulsión de los judíos a otros territorios, como se detalla en la obra del historiador británico Antony Beevor.
El proyecto Madagascar y su legado
El llamado Madagascar Projekt surgió como una solución alternativa para trasladar a los judíos a la isla de Madagascar, que en aquel tiempo era una colonia francesa. El plan contemplaba la deportación de un millón de judíos anualmente durante cuatro años, creando un estado policial controlado por las SS. Sin embargo, la incapacidad de enfrentarse a la fuerza naval británica fue un factor decisivo para abandonar esta idea.
La obsesión por la pureza racial no solo se centraba en los judíos, sino también en otros grupos considerados indeseables, como los gitanos y los eslavos. En este contexto, se gestaron planes para su exterminio o deportación a lugares como Brasil, aunque muchas de estas propuestas nunca se llevaron a cabo en su forma original. En el caso de los prisioneros de guerra rusos, sí se implementaron políticas que resultaron en condiciones inhumanas y masivas muertes.
Paralelismos inquietantes con la actualidad
En la actualidad, la situación en Gaza presenta inquietantes similitudes con las propuestas históricas de los nazis. El reciente plan del gobierno de Donald Trump y del primer ministro israelí Benjamin Netanyahu busca la “relocalización” de más de dos millones de palestinos, lo que ha sido interpretado por muchos como un intento de vaciar la región. Este proyecto, que contempla la gestión de Gaza por un fondo de inversión estadounidense durante diez años, ha suscitado preocupaciones sobre una posible reubicación forzada de los habitantes.
Según el Financial Times, un grupo de consultores ha sugerido enviar a palestinos a países africanos como Somalia y Somalilandia, además de haber explorado contactos con Sudán del Sur. A pesar de la oposición de Egipto a estas maniobras, el paralelismo con los planes de deportación de los años cuarenta es perturbador.
Más de 60.000 personas, en su mayoría civiles, han perdido la vida en Gaza hasta ahora, lo que ha llevado a algunos líderes israelíes a calificar la situación de genocidio. Esta trágica repetición de la historia invita a reflexionar sobre las lecciones no aprendidas y el peligro de permitir que se repitan atrocidades del pasado.