viernes, octubre 24, 2025

Estados Unidos se retira de la UNESCO por tercera vez

Donald Trump anuncia la retirada de EE. UU. de la UNESCO, afectando la cultura y la cooperación global.
por 23 julio, 2025
Lectura de 3 min

El 22 de julio de 2025, el presidente Donald Trump ha declarado ante la comunidad internacional la retirada de Estados Unidos de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO). Esta decisión, que se hará efectiva a principios de 2026, se basa en acusaciones recurrentes de «sesgo pro-palestino», «agenda woke» y «control globalista». Sin embargo, más allá de la retórica política, surge la pregunta: ¿qué significa realmente para EE. UU. romper, por tercera vez, con esta organización encargada de salvaguardar la cultura y la educación a nivel mundial?

Un vínculo histórico desde sus inicios

Estados Unidos fue uno de los países fundadores de la UNESCO en 1945, un momento crucial tras la Segunda Guerra Mundial, cuando el mundo necesitaba construir un nuevo orden de pensamiento. El poeta Archibald MacLeish, delegado estadounidense en la conferencia de fundación, dejó una frase emblemática: “Puesto que las guerras nacen en la mente de los hombres, es en la mente de los hombres donde deben erigirse los baluartes de la paz”. A pesar de este ideal, la relación entre EE. UU. y la UNESCO ha sido intermitente.

En 1984, Ronald Reagan decidió retirarse de la organización, alegando ineficiencias y un sesgo contrario al capitalismo. Esta decisión coincidió con una de las tasas de desempleo más altas en la historia del país. En 2003, George W. Bush reingresó a la UNESCO como un gesto de diplomacia multilateral, pero en 2011, tras la admisión de Palestina, EE. UU. congeló sus pagos. En 2018, durante el primer mandato de Trump, se produjo una nueva retirada, y en 2023, con Joe Biden en la presidencia, el país regresó entre aplausos. Ahora, en 2025, se anuncia una nueva partida.

Implicaciones de la salida estadounidense

Este constante vaivén refleja no solo la naturaleza cambiante de la UNESCO, sino también una profunda crisis en la visión exterior de EE. UU., que mezcla cultura y política de manera descontrolada. Las consecuencias de esta retirada son significativas:

  • Liderazgo global en ciencia y cultura: En un mundo interconectado, la toma de decisiones sobre inteligencia artificial, ética científica y protección del patrimonio requiere cooperación. Al retirarse, EE. UU. cede terreno a potencias como China y regiones como Africa y América Latina, que están asumiendo roles de liderazgo en la UNESCO.
  • Voz moral y diplomática: La retirada debilita la capacidad de EE. UU. para ejercer lo que Joseph Nye denominó «soft power», influyendo a través de valores y cultura en lugar de la fuerza militar.
  • Oportunidades para comunidades locales: EE. UU. cuenta con numerosos sitios en la Lista del Patrimonio Mundial, desde Yellowstone hasta la Estatua de la Libertad. La retirada no solo afecta el turismo, sino también programas educativos y fondos de investigación que benefician a comunidades marginadas.

La pregunta que surge no es quién gana con esta decisión, sino quién pierde realmente. La UNESCO, a través de su directora general, ha expresado que ya anticipaban esta salida y que estaban preparados presupuestariamente. Sin embargo, la organización también debe reflexionar sobre su papel.

Para que una futura reincorporación de EE. UU. no dependa de conveniencias políticas, es esencial implementar medidas estructurales. Esto incluye:

  • Transparencia institucional: Mejorar los mecanismos de rendición de cuentas y la evaluación de impacto.
  • Neutralidad programática: Evitar instrumentalizaciones políticas, especialmente en áreas sensibles como el conflicto palestino.
  • Espacios de participación flexible: Permitir estatus de observador a países en proceso de retorno, fomentando el diálogo continuo.

Retirarse de la UNESCO no es solo un gesto simbólico, sino una renuncia activa al compromiso global con la paz y la cooperación internacional. Esta decisión es una ofensa a todos los que han contribuido a la UNESCO, incluyendo a Federico Mayor Zaragoza, quien tuvo el mandato más largo en la historia de la organización. En un siglo marcado por la crisis climática y amenazas a los derechos humanos, rechazar la cultura y la educación como herramientas de transformación social es un error monumental.

Aunque EE. UU. puede discrepar de ciertos aspectos de la UNESCO, construir un futuro desde la exclusión nunca ha sido una estrategia efectiva. La cuestión no es si la UNESCO sirve a los intereses de EE. UU., sino si el país está dispuesto a ser parte de una comunidad global donde los intereses se negocian con respeto y conocimiento compartido. La cultura no se debe retirar, y la paz no se decreta, se cultiva.

Redacción

Equipo editorial especializado en actualidad ibérica, economía y política. Información rigurosa y análisis profundo de España y Portugal las 24 horas del día.

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