El Departamento de Defensa de Estados Unidos ha confirmado el despliegue del USS Gerald R. Ford, su mayor portaaviones, en aguas del Caribe como parte de un refuerzo militar destinado a intensificar la lucha contra el narcotráfico. Esta decisión se toma en un contexto de creciente tensión diplomática entre Washington y varios gobiernos de América Latina, especialmente con Colombia y Venezuela.
El portavoz del Pentágono, Sean Parnell, declaró que esta mayor presencia de fuerzas estadounidenses en la región mejorará la capacidad de Estados Unidos para identificar, supervisar y desmantelar actividades ilícitas. Según Parnell, el objetivo es fortalecer las estrategias existentes para reducir el narcotráfico y las organizaciones criminales transnacionales en Latinoamérica.
Operativo militar y escalada con Venezuela
El anuncio se produce tras un operativo que resultó en la muerte de seis tripulantes de una narcolancha supuestamente vinculada a la organización criminal venezolana Tren de Aragua. Esta acción ha exacerbado aún más las relaciones entre Estados Unidos y Venezuela. El secretario de Defensa, Pete Hegseth, confirmó la operación y su impacto en la dinámica regional.
Donald Trump, presidente de Estados Unidos, ha autorizado a la Central Intelligence Agency (CIA) a operar en Venezuela, mientras que el presidente venezolano, Nicolás Maduro, respondió ordenando el despliegue indefinido de tropas en cinco provincias. Esta movilización se produce tras un ataque contra embarcaciones y amplía la movilización inicial de 15 000 soldados.
Intercambio de acusaciones entre Trump y Petro
La tensión entre Trump y el presidente colombiano, Gustavo Petro, ha escalado tras un intercambio de acusaciones. Trump calificó a Petro de «matón y mal tipo que produce mucha droga» y amenazó con tomar «medidas muy severas» si el mandatario colombiano no cesaba sus críticas hacia Washington. La crisis se agudizó cuando la Office of Foreign Assets Control (OFAC) incluyó a Petro y a miembros de su entorno familiar en la lista de sanciones antinarcóticos, conocida como la «lista Clinton».
Entre los sancionados se encuentran la primera dama, Verónica Alcocer, su hijo Nicolás Petro y el ministro del Interior, Armando Benedetti. El secretario del Tesoro, Scott Bessent, acusó a Petro de permitir el crecimiento de los cárteles de la droga, lo que, según Washington, ha llevado a niveles récord de cultivo de coca y producción de cocaína durante su administración.
Desde Bogotá, Petro ha calificado las sanciones de «arbitrarias» y ha afirmado que Estados Unidos ha decidido «aliarse con la mafia» en Colombia. Durante la ‘Marcha por la Paz, la Soberanía y la Democracia’, el presidente colombiano expresó su decepción por la decisión de Estados Unidos, afirmando que creía en una colaboración mutua entre repúblicas.
La combinación de movimientos militares y sanciones económicas sitúa a la región en un panorama de alta tensión. Mientras Washington refuerza su presencia en el Caribe, tanto Caracas como Bogotá han endurecido su retórica en defensa de su soberanía, advirtiendo sobre una posible «injerencia» que podría desestabilizar aún más la zona.
Expertos en relaciones internacionales advierten que esta crisis podría marcar un nuevo punto de inflexión en la política estadounidense hacia América Latina, en un contexto de rivalidad geopolítica creciente y tensiones internas por la lucha contra el narcotráfico.
