Encelado, la pequeña luna helada de Saturno, ha cobrado protagonismo en la comunidad científica tras confirmarse la existencia de un océano estable bajo su capa de hielo, lo que la posiciona como uno de los lugares con mayor potencial para albergar vida extraterrestre. Investigaciones recientes han desvelado un equilibrio térmico que permite la existencia de agua líquida, así como la detección de compuestos orgánicos complejos, avivando el interés por este mundo misterioso.
Pese a su tamaño reducido, Encelado se ha convertido en un objeto de estudio prioritario en la búsqueda de vida fuera de la Tierra. Este nuevo hallazgo se basa en datos obtenidos por la misión Cassini de la NASA y ha sido liderado por investigadores de la Universidad de Oxford y el Southwest Research Institute.
Un océano líquido bajo el hielo
Los estudios han revelado un flujo de calor significativo en Encelado, no solo en su polo sur, sino también en el polo norte, donde se ha detectado una emisión térmica de aproximadamente 46 milivatios por metro cuadrado. Sumando los 8 gigavatios ya conocidos del polo sur, se establece un balance total de 54 gigavatios de calor en toda la luna. Este equilibrio es crucial para mantener el océano subterráneo en estado líquido durante millones de años, condición necesaria para la habitabilidad.
El calentamiento interno de Encelado es causado por las fuerzas de marea generadas por la gravedad de Saturno, que estiran y comprimen la luna en su órbita, evitando así la congelación completa de su océano. La investigadora Carly Howett de la Universidad de Oxford ha afirmado: “Por primera vez, podemos afirmar con firmeza que Encelado está en una condición térmica estable, con importantes implicaciones para su potencial vida”.
Ingredientes clave para la vida
Encelado no solo presenta un océano líquido y calor, sino que también contiene elementos esenciales para la vida. Análisis de datos archivados de la misión Cassini han identificado la presencia de moléculas orgánicas complejas, como ésteres, alquenos, éteres, y compuestos que contienen nitrógeno y oxígeno, expulsados en los geiseres del polo sur. Estos compuestos sugieren que pueden existir reacciones químicas complejas en el océano, actuando como bloques constructores para la vida.
Adicionalmente, la presencia de fósforo y otros hidrocarburos complejos potencia la hipótesis de que en este entorno podrían desarrollarse procesos bioquímicos similares a los que dieron origen a la vida en la Tierra. Sin embargo, los investigadores advierten que, hasta el momento, no se ha encontrado evidencia directa de vida, sino que existen indicios sólidos que justifican futuras exploraciones.
Ante estos avances, las agencias espaciales internacionales están organizando misiones para investigar Encelado a fondo. La Agencia Espacial Europea (ESA) ha seleccionado esta luna como objetivo para su cuarta misión de clase L, programada para despegar a principios de la década de 2040, con una llegada estimada una década más tarde. El plan incluye un orbitador y posiblemente un módulo de aterrizaje para analizar el océano en busca de signos de vida.
Por su parte, la NASA sigue su investigación del sistema solar con la misión Europa Clipper, lanzada en octubre de 2024, que tiene como objetivo la luna Europa de Júpiter, un lugar considerado similar para la búsqueda de vida. Carly Howett concluye: “Confirmar la estabilidad energética de Encelado es un paso clave hacia futuras misiones que podrían resolver si su océano ha existido el tiempo suficiente para originar vida”.
