La situación en Gaza se ha vuelto aún más tensa tras el reciente viaje del presidente estadounidense Donald Trump a Oriente Medio, donde abogó por un «nuevo amanecer» en la región. Un día después de su llegada, Trump instó a que su plan de paz no fuera olvidado, mientras el alto el fuego establecido entre Hamás e Israel se encontraba en una fase precaria. A pesar de la tregua, la violencia ha resurgido en las calles de Gaza, donde Hamás se ha enfrentado a las fuerzas israelíes, lo que ha llevado a Benjamin Netanyahu a amenazar con reanudar la campaña militar si no se recuperan los cuerpos de los rehenes.
La primera violación del alto el fuego se produjo menos de 24 horas después del mensaje de Trump, con el ejército israelí acusando a Hamás de abrir fuego contra sus tropas y lanzando un ataque aéreo en respuesta. En medio de este clima de tensión, Hamás ha denunciado la muerte de al menos 97 palestinos y el bloqueo de la ayuda humanitaria a través del paso de Rafah, mientras Netanyahu exige respuestas sobre los 15 cuerpos que permanecen en Gaza.
Trump, decidido a mantener el alto el fuego, ha amenazado a Hamás con «erradicarlo» a través de sus redes sociales, y ha enviado refuerzos a Israel para asegurar la estabilidad en la región. Esta semana, el enviado especial de Trump, Steve Witkoff, junto con su yerno, Jared Kushner, se reunió con Netanyahu, generando especulaciones sobre si su presencia es un intento de controlar al primer ministro israelí. La periodista estadounidense Lesley Stahl describió su misión como un «Bibi-sitting», sugiriendo que la Casa Blanca está interviniendo en los asuntos internos israelíes.
Un alto el fuego frágil y la sombra de Hezbollah
A pesar de las promesas de Trump, el alto el fuego sigue siendo volátil. Durante una reunión, JD Vance, vicepresidente de EE. UU., advirtió a Netanyahu que la recuperación de los rehenes no sería un proceso rápido, señalando que algunos podrían estar enterrados bajo escombros. La preocupación de EE. UU. se centra en que Israel podría «renunciar» al plan de Trump, que propone una fuerza internacional para desmilitarizar Gaza y un comité apolítico para gobernar la región.
Mientras tanto, la comunidad internacional observa cómo la situación se asemeja a la de Hezbollah en Líbano. La milicia libanesa, que también se resistió a desarmarse tras un alto el fuego con Israel, ha mantenido su control en un entorno de conflicto continuo. Mona Yacoubian, directora del programa sobre Oriente Medio en el Center for Strategic and International Studies, advirtió que Gaza podría enfrentarse a una realidad similar, donde las fuerzas israelíes tendrían libertad para atacar sin que se reanude el conflicto de manera total.
La difícil situación de Gaza y las perspectivas de Hamás
La preocupación por un posible rearme de Hamás también se intensifica en Israel. Se estima que el grupo palestino mantiene operativos a unos 20 000 de los 40 000 combatientes que tenía antes del conflicto, lo que ha llevado al gobierno israelí a solicitar a EE. UU. que frene los planes de reconstrucción en Gaza. Un informe del Crisis Group advierte que una prolongada fase de alto el fuego podría dejar a Gaza «dividida y empobrecida», con el control israelí sobre gran parte del territorio.
En este contexto, se plantea la pregunta de qué futuro le espera a Gaza si la situación permanece sin cambios. Hamás, que ha aceptado solo parcialmente el plan de Trump, podría estar condenada a un destino similar al de Hezbollah. Según el estudio de la Rand Corporation de 2008, la historia muestra que la fuerza militar rara vez ha logrado derrotar a los grupos terroristas, lo que sugiere que la guerra perpetua podría ser la opción preferida por Israel.
El panorama que se presenta es inquietante: si el alto el fuego se estanca, Hamás podría volver a llenar el vacío político, posiblemente reconfigurándose en un partido político que defienda sus ideas. En este escenario, las posibilidades de una solución pacífica parecen cada vez más distantes, dejando a la región atrapada en un ciclo de violencia y conflicto sin fin.