Al menos 10 sirios han perdido la vida y decenas han resultado heridos en una violenta redada militar israelí en la aldea de Beit Yinn, situada a las afueras de Damasco. Este trágico suceso, que ha dejado un saldo de víctimas significativo, se produjo el pasado viernes y ha sido descrito como uno de los incidentes más letales de la ocupación israelí en Siria desde el final de la guerra civil en 2024.
Según medios estatales sirios, el ataque dejó a varias personas atrapadas entre los escombros, lo que aumenta la preocupación por el número real de víctimas. Por su parte, el Ejército israelí ha reportado cinco soldados heridos, de los cuales tres se encuentran en estado grave. La operación comenzó con el intento de arrestar a dos miembros del grupo islamista libanés Yamaa al Islamiyya, lo que derivó en un intercambio de disparos con jóvenes locales, desencadenando el violento enfrentamiento.
El ministro de Exteriores del Gobierno de Damasco ha calificado el ataque como un “crimen de guerra”, mientras que el Observatorio Sirio de Derechos Humanos ha indicado que las fuerzas israelíes bombardearon la zona tras el tiroteo, dejando además varios desaparecidos.
Contexto del conflicto y sus implicaciones
Desde la caída del régimen de Bashar El Asad hace un año, Israel ha intensificado sus operaciones en Siria, aprovechando la inestabilidad para ganar terreno. Este ataque no solo representa una escalada de la violencia, sino que también complica las aspiraciones diplomáticas del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, quien busca establecer un acuerdo de seguridad con Siria mediado por Estados Unidos.
La situación en la región es tensa, con ambos países, que no mantienen relaciones diplomáticas desde la creación de Israel en 1948, enfrentados en múltiples conflictos a lo largo de los años. Las operaciones israelíes, consideradas rutinarias por sus fuerzas armadas, tienen como objetivo frenar lo que se percibe como una amenaza terrorista antes de que llegue a la población civil. Sin embargo, la reciente escalada pone en jaque los esfuerzos de reconstrucción y estabilización de Siria, devastada tras más de 13 años de guerra civil.
En este contexto, el presidente interino de Siria, Ahmed El Sharaa, ha recorrido un largo camino desde ser considerado un yihadista buscado, con una recompensa de 10 millones de dólares (aproximadamente 9 millones de euros), hasta convertirse en el primer jefe de Estado en visitar la Casa Blanca el pasado 10 de octubre. Este giro en su trayectoria política podría influir en el futuro de las relaciones entre Siria e Israel, aunque las tensiones actuales sugieren un camino complicado por delante.
En medio de esta inestabilidad, Netanyahu ha manifestado su compromiso de proteger la soberanía israelí y ha amenazado con bombardear cualquier despliegue del ejército sirio en las cercanías de la capital. La situación sigue siendo crítica y está lejos de resolverse, dejando a la población civil en un estado de vulnerabilidad creciente.
