Un inesperado hallazgo culinario ha tenido lugar en el batzoki de Arangoiti, donde una simple búsqueda de un bar tras una caminata por Artxanda se ha transformado en un auténtico festín. La reputación de estos establecimientos por ofrecer buena comida se ha visto superada por la calidad y abundancia de los platos que se sirven en este rincón bilbaíno.
Al entrar, se percibe un ambiente rústico y masculino que evoca la hostelería de las décadas de 1970 y 1980, un estilo que ha ido desapareciendo del centro de Bilbao. La mesa, adornada con un mantel de papel de calidad, ya anticipaba una experiencia gastronómica singular. La atención de Monike Claramonte, quien se acercó a la mesa, nos llevó a decidir dejar que ella eligiera lo mejor del menú. La velada comenzó con una ración de oreja albardada, un aperitivo sorprendentemente ligero que destaca por su buena fritura.
Los siguientes platos, como la ensalada de ventresca con anchoas y una morcilla que dejó un fuerte impacto, revelaron la habilidad de los cocineros. La calidad de los chipirones en su tinta generó recuerdos de los sabores perdidos del viejo Rotterdam, un lugar que ya no se podrá visitar. La experiencia culminó con una chuleta que cumplió con creces las expectativas, acompañada de auténticas patatas fritas mientras disfrutábamos de una segunda botella de vino.
Tradición y profesionalidad en la cocina
El batzoki de Arangoiti no solo se alinea con la buena fama de estos establecimientos, sino que cuenta con un trasfondo familiar que explica su éxito. Gorka Urrutia proviene de una familia de hosteleros, con abuelos que regentaron el bar de la antigua estación de Derio y en el Mendipe de Mungia. En 1986, sus padres abrieron el Urruti en Uribarri, conocido por sus cazuelas de bacalao y otros platos tradicionales.
Por su parte, Monike Claramonte ha forjado su carrera en el sector, comenzando en el Viandar de Sota bajo la tutela de Mikel Zeberio, quien despertó su interés por el mundo del vino y el servicio. Su experiencia se amplió con un máster en protocolo y diversas posiciones en cadenas hoteleras del sur hasta que, hace cuatro años, se le presentó la oportunidad de dirigir el batzoki de Arangoiti. A su llegada, el establecimiento presentaba signos de abandono, pero su esfuerzo y dedicación transformaron el lugar, sorprendiéndo a los vecinos con el cambio.
Una oferta adaptada al cliente
En el batzoki de Arangoiti, los comensales tienen la libertad de elegir entre la carta, el menú del día o menús especiales que incluyen chuleta, pescado o cachopo. La flexibilidad es clave, y los clientes pueden combinar diferentes opciones en la misma mesa. Monike y Gorka se muestran dispuestos a adaptarse a las preferencias de los comensales, asegurando que todos salgan satisfechos.
La experiencia completa en el batzoki de Arangoiti se convierte en un viaje a través de la gastronomía vasca, donde la tradición se une a la creatividad y la pasión por la buena comida. Este establecimiento se erige como un referente en la cocina local, y sus precios accesibles, como la morcilla a 6 euros, la oreja a 6 euros, los chipirones a 18 euros y la chuleta a 35 euros por kilo, hacen que la experiencia sea aún más atractiva.
Con un compromiso claro hacia la calidad y el servicio, el batzoki de Arangoiti se posiciona como una parada obligatoria para los amantes de la buena mesa en Bilbao.
