La administración de lotería n.o 5 de Gijón, conocida como El Búho de la Suerte, ha vuelto a brillar en el ámbito de la lotería tras vender un décimo del Gordo de Navidad en 2023. Su responsable, Borja Muñiz, ha resumido en tres palabras lo que significa para él y su equipo este logro: «Es lo máximo». Este establecimiento se ha convertido en un referente en la ciudad para quienes buscan la suerte, y a lo largo de los años ha repartido importantes premios como el Gordo del Niño y varios quintos premios de Navidad.
El impacto de estos premios es significativo, no solo para los afortunados ganadores, sino también para la propia administración. Como señala Muñiz, aunque el premio transforma la vida de los ganadores, para ellos representa «un pozo de tranquilidad». La expectativa de ganar atrae a más clientes, especialmente conforme se acerca el día del sorteo, confirmando un aumento notable en la afluencia de personas que desean jugar en el mismo lugar que ha dado suerte en años anteriores.
Una tradición que se renueva cada año
La lotería no solo es un negocio, sino una tradición que se vive intensamente en Gijón. Teresa Rubiera, quien ha trabajado en la administración durante cinco años, comparte la alegría que se siente al repartir dinero entre los ganadores. «La gente se pone muy contenta y nosotros más», afirma. Tras la venta del Gordo, la actividad en la administración se intensifica, con un notable incremento de clientes que esperan repetir la suerte de años anteriores.
El día del sorteo está marcado por los nervios y la emoción. Rubiera explica que el equipo pasa la mañana revisando cada premio a medida que se va anunciando. «Vamos comprobando cada premio en el ordenador según va saliendo», comenta, destacando la dedicación que ponen para mantener viva la ilusión de los jugadores. Esta rutina, año tras año, se convierte en un ritual que une a la comunidad en torno a la esperanza de un cambio de vida mediante la suerte.
El efecto multiplicador de la suerte
El fenómeno de repartir grandes premios no solo se limita a la satisfacción de los ganadores. Muñiz destaca que «la gente es supersticiosa y quiere jugar donde ya ha tocado». Este aspecto de la psicología del jugador contribuye a que la administración vea un aumento constante en el número de visitantes en temporada de sorteos, sobre todo en la última semana previa a la Navidad. «Es un no parar», asegura, reflejando la vorágine de emociones que rodea a este evento anual.
La historia de El Búho de la Suerte es un testimonio de cómo la lotería es mucho más que un simple juego; es una parte integral de la vida de los gijoneses, un símbolo de esperanza y comunidad que se renueva cada año. Con cada premio repartido, se alimenta la ilusión colectiva y se fortalece una tradición que ha perdurado a lo largo de las décadas.
