La festividad de San Frutos, patrón de Segovia, se desarrolló el pasado fin de semana bajo un manto de lluvia que, lejos de ser un obstáculo, añadió un toque de intimidad a las celebraciones. Este año, las condiciones climáticas no fueron favorables, con un ambiente fresco y húmedo que marcó el ritmo de las ceremonias, tras un verano que se había prolongado hasta bien entrado octubre.
Las predicciones meteorológicas se cumplieron, y aunque los nubarrones amenazaban con descargar en cualquier momento, la lluvia solo hizo acto de presencia durante partes de la jornada. Este fenómeno natural, que algunos podrían calificar de milagroso, no fue más que una manifestación lógica del calendario y de la estación otoñal que acompaña a esta festividad tan querida por los segovianos.
Una celebración sin himno
A pesar de la lluvia, la ciudad se preparó para llevar a cabo la liturgia de la Venerable Cofradía del Paso de la Hoja, que organiza esta festividad en honor al eremita San Frutos. Este año, el evento se vio marcado por la ausencia del tradicional himno, lo que contribuyó a crear un ambiente más cercano y personal entre los asistentes.
Los segovianos, fieles a su tradición, se reunieron para rendir homenaje al patrón, en un acto que incluyó diversas ceremonias religiosas. Aunque el clima no fue el ideal, la participación de los ciudadanos y la devoción hacia San Frutos se mantuvieron intactas, demostrando una vez más el arraigo de estas tradiciones en la cultura local.
El evento, que se lleva a cabo cada año, es una muestra de la profunda conexión que los segovianos tienen con su historia y sus costumbres. La lluvia, en lugar de desanimar a los fieles, se convirtió en un símbolo de unidad y compromiso con sus raíces. Así, la festividad de San Frutos continúa siendo un momento clave en el calendario segoviano, consolidando su importancia en la vida de la ciudad.
