La reciente desaparición de Distribuciones Jonyfer S.L., una empresa emblemática en la producción de gaseosas en Euskadi, marca el fin de una era. Fundada en Basauri en 1955 por los padres de Jon y Fernando Rodríguez, ha sido un pilar en la tradición de las bebidas efervescentes, pero en 2024 decidió cerrar sus puertas definitivamente. Aunque la producción de gaseosas en la región había disminuido en los últimos años, Jonyfer seguía siendo el último bastión de una cultura que ha ido desapareciendo.
En Arrankudiaga, la empresa no solo envasaba las conocidas Gorbea e Iturri-Gorri, sino que mantenía viva la esencia de la gaseosa vasca. Jon y Fernando han continuado el legado familiar, utilizando incluso la mítica botella con relieve de Iturri-Gorri y la máquina original para colocar los tapones de chapa. La situación es preocupante, ya que con el cierre de Jonyfer, Euskadi se queda sin una marca autóctona de gaseosas, dejando un vacío en el mercado.
A pesar de que la gaseosa Azqueta, originaria de Gernika, aún lleva su nombre, en realidad se elabora y embotella en Terrassa, lo que refleja la pérdida de la producción local. Históricamente, muchas marcas vascas, como Castillo, Zárate y La Insuperable, formaron parte de la identidad gastronómica de la región, ofreciendo refrescos que satisfacían el paladar local.
El cierre de Jonyfer también coincide con el anuncio del regreso del sistema de retorno de envases en 2026, lo que puede despertar la nostalgia de marcas clásicas. Este sistema, conocido como “devolver los cascos”, busca revitalizar el mercado de refrescos y podría incentivar a nuevos emprendedores a iniciar la producción de bebidas efervescentes en el País Vasco.
La historia de las gaseosas en Euskadi no se puede contar sin mencionar a Joseph Priestley, quien en 1767 desarrolló un método para infundir agua con dióxido de carbono, lo que sentó las bases para la producción de gaseosas. Posteriormente, el empresario alemán Johann Jacob Schweppe perfeccionó este proceso y fundó su compañía en 1783, lo que dio lugar a una popularización de las bebidas carbonatadas en Europa.
En España, durante la década de 1950, había más de 5 000 fabricantes de gaseosas, muchos de ellos limitados a sus provincias o localidades. Sin embargo, la producción en Euskadi fue más complicada, requiriendo aparatos costosos y complejos para saturar el agua con gas y envasarla. El primer gaseosero en la región fue un británico llamado Daniel Sterry, quien introdujo la gaseosa en Bilbao a través de su Cervecería Inglesa en 1875. Su innovadora técnica de sellado con una bolita de vidrio cautivó a los bilbaínos y contribuyó al auge de las bebidas gaseosas en la zona.
La desaparición de Jonyfer es un recordatorio de la fragilidad de las tradiciones. Sin embargo, con el regreso de iniciativas como el sistema de retorno de envases, podría haber una oportunidad para que nuevas marcas surjan y revitalicen la cultura de las gaseosas en Euskadi, manteniendo viva la chispa de una historia rica y burbujeante.
