La localidad de La Atalaya vivió este sábado una noche inolvidable con el encendido del emblemático Árbol de Navidad de Ganchillo, una creación colectiva de 10 metros de altura decorada con 8.500 rosetas tejidas a mano por las vecinas del barrio. Este evento, celebrado en la Plaza de San Pedro, reunió a numerosos residentes que quisieron ser parte de un momento cargado de simbolismo y colaboración vecinal.
Desde el pasado mes de marzo, una veintena de mujeres de todas las edades han trabajado unidas en esta iniciativa, compartiendo no solo su tiempo, sino también vivencias e ilusiones. El proyecto, que se inició el año anterior, se repite en estas navidades con la creación de nuevas rosetas, entrelazando sueños y esperanzas de un futuro mejor.
Un símbolo de unión y comunidad
El alcalde de La Atalaya, Alfredo Gonçalves Ferreira, dedicó unas palabras de reconocimiento a las mujeres que han hecho posible que este árbol se convierta en un símbolo de identidad y unión del barrio. “Este árbol no es solo una pieza decorativa; es el reflejo de lo que somos como comunidad, cada roseta tejida representa un gesto de cariño, de compañerismo y de compromiso”, destacó el alcalde, quien también expresó su profundo agradecimiento a todas las vecinas que, puntada a puntada, han creado algo que llena de orgullo a la comunidad.
“Hoy compartimos y disfrutamos de este precioso árbol, fruto del trabajo que ustedes han realizado durante meses, recordándonos que la fuerza de La Atalaya está en su gente”, añadió, subrayando la importancia de convertir una tradición artesanal en un motor para fortalecer la convivencia y los lazos que unen a los vecinos.
Una jornada festiva para todos
Tras el encendido del árbol, la velada continuó con la música del grupo Q’Chimba, que animó el ambiente festivo y familiar. La jornada había comenzado a las 17:00 horas con la apertura de un mercadillo navideño, donde comercios locales y artesanos ofrecieron una variedad de productos y propuestas creativas. A las 18:30 horas, los más pequeños disfrutaron con el espectáculo del Payaso Pepón, que llenó la plaza de risas y participación infantil.
Con esta celebración, La Atalaya demostró una vez más el valor de sus iniciativas comunitarias y el espíritu colaborativo que caracteriza al barrio, en una tarde que combinó tradición, creatividad y convivencia, dejando una huella imborrable en todos los asistentes.
