En Barcelona, un alarmante 88,65 % de la población metropolitana reside en lo que se denomina “pantanos alimentarios”, áreas donde la oferta de comida poco saludable, como la comida rápida y los alimentos ultraprocesados, está accesible en menos de cinco minutos a pie. Este dato fue presentado en la jornada Los caminos de la alimentación, organizada por el Área Metropolitana de Barcelona (AMB), donde se abordaron las profundas desigualdades sociales y ambientales que caracterizan los entornos alimentarios de la ciudad.
Durante el encuentro, expertos del Instituto Metropolitano y del Instituto de Investigación Urbana de Barcelona (IDRA) destacaron que el problema se agrava en áreas con altos niveles de pobreza. Más del 9 % de esta población vive en zonas de elevado riesgo de pobreza, lo que demuestra que la mala alimentación no es únicamente una cuestión de elección personal, sino que está ligada a la accesibilidad económica y territorial.
Desigualdades en el acceso a alimentos saludables
El estudio titulado Actualización de la cartografía y caracterización de los entornos alimentarios locales revela que, aunque los “desiertos alimentarios”, donde no hay acceso a productos frescos, son casi inexistentes en la metrópoli, los pantanos alimentarios representan una grave amenaza para la salud pública y la equidad social. Barrios como Ciutat Meridiana, la Ribera o la Mina son ejemplos donde la totalidad de la población está expuesta a entornos desfavorables para una dieta equilibrada.
La concentración de alimentos procesados no solo afecta la salud de los ciudadanos, sino que también está vinculada a un sistema alimentario que contribuye a la emergencia climática. La vicepresidenta de Acción Climática del AMB, Janet Sanz, advirtió que “en los últimos 60 años hemos perdido el 60 % del territorio destinado a producir alimentos”. Esta pérdida, según Sanz, pone en riesgo el abastecimiento alimentario, volviendo a la población dependiente de productos importados.
Iniciativas para revertir la tendencia
El proyecto europeo FoodCLIC, del que forma parte el AMB, ha impulsado soluciones en barrios vulnerables como Sant Cosme y Fondo. Iniciativas como Cuina de Barri, que ofrece comida saludable a precios accesibles y genera empleo local, demuestran que es posible revertir esta tendencia a través de políticas coordinadas y acción comunitaria.
Otro estudio presentado, titulado Anticiparse a las crisis alimentarias, elaborado por Rubén Martínez y Adrià Rodríguez del IDRA, subraya la disminución del protagonismo de los alimentos de proximidad en la red de distribución. En las últimas décadas, la presencia de productos catalanes en Mercabarna ha caído del 53 % al 15 %, debilitando la soberanía alimentaria de la región.
Para abordar esta situación, el AMB propone transformar Mercabarna en un motor de transición agroecológica mediante inversiones verdes y la promoción de la compra pública a productores locales, así como la creación de una red de mercados mayoristas de proximidad. La nueva cartografía de entornos alimentarios, desarrollada por el Instituto Metropolitano, permitirá identificar las áreas donde es más urgente actuar.
La herramienta también revela que, aunque existen “oasis ecológicos” en algunos barrios, muchos son “espejismos alimentarios”, donde la oferta saludable no es accesible para las rentas más bajas. En barrios como la Torrassa o Fondo, más del 90 % de la población vive en este tipo de espejismos.
“El objetivo de estas jornadas es invertir ese 90 % de mal acceso a una alimentación sostenible, saludable y de proximidad”, señaló Sanz. “Plantear un horizonte en el que las administraciones públicas puedan garantizar que el 90 % de nuestro territorio metropolitano esté bien alimentado desde una perspectiva de salud y de vida es fundamental para hacer frente a la crisis climática”.