En la consulta de la doctora, se ha instaurado un nuevo pacto silencioso entre muchas mujeres a partir de los 35 años, quienes buscan mejorar su aspecto sin que su entorno lo note. Este fenómeno se basa en la necesidad de quitarse años de encima, sin el deseo de transformar su apariencia de manera evidente.
El deseo de un cambio sutil
“Doctora, quiero algo muy sutil. Que no se note, pero que me vea mejor”, es una de las frases más comunes que escuchan los profesionales de la estética. La palabra «retoque» se ha convertido en un término disimulado, ya que lo que muchas desean es no parecer retocadas, sino simplemente descansadas. La meta es que alguien les diga: “¡Qué bien te veo!”, sin que se plantee la posibilidad de que se hayan realizado algún tratamiento.
La realidad es que la mayoría de las mujeres que optan por este tipo de tratamientos lo hacen en silencio. Unas microinyecciones aquí, una gota de ácido hialurónico allá, y neuromoduladores para relajar el entrecejo son algunas de las intervenciones que se llevan a cabo. El objetivo principal es no parecer diferentes, sino menos cansadas, más vivas. Sin embargo, el pacto silencioso implica que no se comparten estas decisiones con la pareja, las amigas o en redes sociales.
El temor a ser juzgadas
La doctora Delia Arama, especialista en estética, señala que “nos cuidamos para parecer lo que aún somos por dentro”. En este contexto, la gran mayoría de las mujeres no busca simplemente verse bien para su edad; el deseo es verse al menos diez años más jóvenes. Este sentimiento provoca que muchas eviten admitir que se han realizado algún retoque, ya que hacerlo puede parecer superficial o como si estuviesen en guerra con el tiempo.
La realidad es que este deseo no nace del miedo, sino de una estrategia para sentirse mejor. Las mujeres de 38 años que cuidan su salud y su imagen a menudo quieren reflejar la energía que sienten por dentro. No desean ser juzgadas por su decisión de verse más jóvenes, sino que quieren tener el derecho de hacerlo sin justificaciones.
Hoy en día, el éxito de un tratamiento estético no se mide en mililitros, sino en la capacidad de no ser notado. Si nadie se da cuenta de que se ha realizado un retoque, se considera que está bien hecho. En este sentido, el lenguaje de la medicina estética ha evolucionado hacia términos como “natural”, “preventivo” y “sutil”. Sin embargo, la verdadera meta de muchas es volver a verse como hace unos años, sin que nadie sepa que se ha hecho nada.
Así, las mujeres que eligen este camino encuentran en los retoques estéticos una forma de resetear el reloj de su apariencia, buscando que su aspecto exterior coincida con la juventud que sienten en su interior.