La reciente publicación de Memorias de un recluso, escrita por Luis Lamela, arroja luz sobre la dura experiencia de Domingo Quiroga Ríos durante su encarcelamiento en la prisión provincial de A Coruña. A través de una serie de cartas, Quiroga narra los años que pasó recluido tras ser perseguido por sus ideales republicanos y su pertenencia a la masonería, un relato que se extiende desde el verano de 1936 hasta diciembre de 1941.
Domingo Quiroga, nacido en A Coruña en 1900, fue un destacado periodista y funcionario de la FAO, especializado en asuntos de pesca. Antes de su encarcelamiento, había contribuido a la prensa gallega con artículos en La Voz de Galicia y en diversas revistas especializadas, consolidando su prestigio en el ámbito de la pesca. En 1973, recibió el Premio Fernández Latorre y, un año después, cofundó Adega, la Asociación para la Defensa Ecológica de Galicia, de la cual fue su primer presidente.
Un relato desgarrador
El libro de Lamela, titulado Un masón en la hoguera, documenta las atrocidades que vivió Quiroga en prisión. Con un estilo sobrio y respetuoso, el relato está impregnado de sufrimiento, con descripciones de juicios sumarisimos, hambre, enfermedades y maltratos. Quiroga escribe sobre el espantoso eufemismo de «tiene usted que cambiar de celda», que se utilizaba para informar a los condenados a muerte, un momento que precedía a su traslado a Punta Herminia.
Los reclusos temían la llegada de la madrugada, pues era en esas horas cuando se escuchaban las descargas de fusilería, preludio de la muerte. La dureza de su experiencia se hace palpable a lo largo de sus cartas, donde nombra a otros prisioneros y comparte sus historias, recordando que, mientras él sobrevivió, muchos no tuvieron esa suerte.
Un legado duradero
El impacto emocional que provoca la lectura de este libro es innegable; muchos lectores se verán conmovidos por la valentía y la inteligencia de Domingo Quiroga, quien, a pesar de las adversidades, logró dejar un testimonio valioso de una época oscura. Su hijo, Héctor Quiroga Lorenzo, fue quien entregó el manuscrito a Luis Lamela, asegurando que la memoria de su padre perdurara a través de las páginas de este libro. La obra no solo es un testimonio de sufrimiento, sino también un homenaje a una figura clave en la historia de Galicia y un recordatorio de la importancia de recordar los horrores del pasado.
Así, la figura de Quiroga no solo será recordada por sus contribuciones al ámbito pesquero, sino también por su invaluable legado como superviviente de una de las épocas más trágicas de la historia española. Con cada carta que escribió en prisión, nos acerca un poco más a la realidad de aquellos que sufrieron injustamente.