La tendencia actual en el mundo de las finanzas muestra un claro desplazamiento del capital de los fondos de inversión gestionados activamente hacia los fondos de inversión pasiva. Este cambio ha sido evidente durante más de una década, ya que cada vez más inversores optan por estrategias que prometen ser más rápidas, fáciles y, en muchos casos, más rentables.
La principal diferencia entre la inversión activa y la inversión pasiva radica en la gestión de los fondos. La inversión activa implica que un gestor de fondos selecciona y elige inversiones en función de su análisis y perspectiva del mercado, mientras que la inversión pasiva sigue un índice preestablecido, como el S&P 500. Este último enfoque, que busca replicar el rendimiento de un grupo de activos, suele resultar en costos más bajos y, a menudo, mejores rendimientos a largo plazo.
Características de la inversión activa y pasiva
Los inversores activos dedican tiempo a investigar y monitorizar empresas, realizando operaciones de compra y venta en función de su juicio sobre el futuro de esos activos. Este enfoque es común entre los profesionales del sector financiero o aquellos que pueden invertir tiempo en el análisis del mercado. Por otro lado, los inversores pasivos tienden a adquirir una cesta de valores y mantenerla a largo plazo, ignorando las fluctuaciones del mercado a corto plazo. Este método requiere una mentalidad que prioriza el crecimiento sostenido en lugar de las ganancias rápidas.
Los fondos mutuos y los fondos cotizados en bolsa (ETFs) pueden adoptar ambos enfoques. Los gestores de fondos activos realizan transacciones diarias, intentando superar el rendimiento del mercado. En contraste, los fondos pasivos buscan alinearse con el rendimiento del mercado, lo que generalmente implica costos más bajos. Es importante mencionar que, a pesar del esfuerzo y la experiencia de muchos gestores activos, la realidad es que la mayoría de ellos no logran superar al índice de referencia que intentan batir.
Ventajas de la inversión pasiva
La inversión pasiva no solo es más económica, sino que también ofrece la posibilidad de obtener rendimientos comparables a los de los fondos gestionados activamente, pero con menos esfuerzo por parte del inversor. Fondos que siguen el índice S&P 500, por ejemplo, han demostrado históricamente rendimientos aproximados del 10% anual a largo plazo, lo que significa que, en muchos casos, los inversores pasivos pueden superar a los profesionales, como el reconocido inversor Warren Buffett ha sugerido al recomendar la compra de fondos índice de bajo costo.
Los fondos pasivos son cada vez más populares y pueden estructurarse alrededor de diferentes categorías, incluyendo empresas de mediana y pequeña capitalización, o fondos que se centran en sectores específicos como la tecnología o la sostenibilidad. Algunos inversores optan por gestionarlos de manera autónoma, mientras que otros prefieren delegar esa tarea a asesores financieros, que a menudo utilizan ETFs para mantener los costos bajos.
Sin embargo, para que la inversión pasiva sea efectiva, es crucial que los inversores mantengan sus posiciones a lo largo del tiempo. Es común que los inversores se vean tentados a vender en momentos de caída del mercado o comprar en picos de precios, lo que puede perjudicar su rendimiento a largo plazo.
Estrategias de gestión de cartera pasiva
Existen diversas estrategias que los inversores pueden emplear en su gestión de cartera pasiva. La inversión en índices es una de las más comunes, donde la cartera se construye para reflejar el rendimiento de un índice específico, como el S&P 500. La asignación de activos es otra estrategia que diversifica la inversión entre diferentes clases de activos, como acciones y bonos, para mitigar el riesgo. Por último, la inversión de comprar y mantener implica adquirir activos y conservarlos a largo plazo, minimizando la rotación de la cartera y aprovechando el crecimiento compuesto.
Las carteras pasivas pueden estructurarse utilizando metodologías como las carteras ponderadas por capitalización de mercado, que asignan más peso a empresas más grandes, o carteras de peso igual, que distribuyen el mismo peso a todas las acciones. También existen carteras basadas en factores, que buscan invertir en acciones con características específicas, como el valor o el impulso, con la esperanza de superar al mercado.
En conclusión, la inversión pasiva se posiciona como una estrategia atractiva para aquellos que buscan crecimiento a largo plazo con menores costos y riesgos. Sin embargo, los inversores deben considerar factores como la selección de activos y la gestión continua para asegurar el éxito de su cartera.
