La nueva adaptación de la crónica de la conquista de México, elaborada por el escritor español Eduardo Alonso, revive la extraordinaria historia de Tenochtitlán y su asombroso encuentro entre civilizaciones. A través de una prosa actualizada, Alonso reinterpreta las vivencias de Bernal Díaz del Castillo, quien, en su obra original, documentó la llegada de los conquistadores españoles a la capital del imperio mexica.
El 28 de febrero de 1568, Díaz del Castillo, entonces con 84 años, culminó su extensa crónica, un relato que retrata no solo la gloria de la conquista, sino también las atrocidades y las realidades de un conflicto que marcó el curso de la historia. Alonso, conocido por sus adaptaciones de clásicos para jóvenes lectores, ofrece una versión que mantiene la esencia del castellano de la época mientras la hace accesible y cautivadora para el lector contemporáneo.
Un relato de contrastes y verdades
La obra de Alonso se mueve entre la elegancia y la crudeza, destacando el asombro y el horror que ambos mundos experimentaron durante su primer contacto. El escritor asturiano describe cómo los españoles, liderados por Hernán Cortés, quedaron maravillados ante la grandeza de la capital mexica, con sus templos piramidales y su sofisticada urbanización, mientras que también se horrorizaban por los sacrificios humanos que se llevaban a cabo en sus altares.
Alonso resalta el papel de Díaz del Castillo como el primer corresponsal de guerra que, a pesar de su lealtad a Cortés, no oculta las disputas entre los españoles ni la violencia que caracterizó la conquista. El cronista narra cómo la codicia y la brutalidad fueron comunes entre los conquistadores, quienes se adueñaron de los tesoros de los pueblos indígenas y sometieron a las mujeres, a menudo tratándolas como trofeos de guerra.
En este sentido, la adaptación de Alonso incluye reflexiones sobre la responsabilidad de recordar la historia de manera honesta. Citando a Elie Wiesel, Alonso enfatiza que no somos responsables de lo que ocurrió, sino de cómo lo recordamos, lo que añade una capa de complejidad a la narrativa histórica.
La herida abierta de la conquista
La decisión de actualizar la crónica de Díaz del Castillo también responde a un contexto actual en el que la historia de la conquista sigue siendo un tema de debate. Recientemente, la presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum, ha exigido al rey Felipe VI que pida perdón por los hechos acontecidos durante la conquista, lo que pone de manifiesto que las heridas de aquel choque de civilizaciones aún no han sanado.
Los relatos de Díaz del Castillo son vívidos y, en muchos momentos, estremecedores. Describe la devastación que sufrió Tenochtitlán durante su captura, con imágenes de cuerpos y cabezas esparcidas por las calles, un testimonio del horror que acompañó a la victoria española. La adaptación de Alonso, aunque suave en su prosa, no escatima en mostrar la brutalidad de esos momentos históricos.
En definitiva, la obra de Eduardo Alonso no solo ofrece un relato histórico, sino también una reflexión sobre la memoria y la identidad cultural. A través de las palabras de Bernal Díaz del Castillo, se revela la complejidad de un encuentro que transformó el mundo y cuyas repercusiones siguen resonando en la sociedad actual.
