La Administración de Donald Trump ha desestimado recientemente el reconocimiento del Estado de Palestina por parte de varios países occidentales, calificándolo de «gesto de cara a la galería». Esta declaración proviene del Departamento de Estado de EE.UU., que aboga por una «diplomacia seria» en lugar de medidas simbólicas que no aportan soluciones concretas.
Un portavoz del Departamento enfatizó que «nuestras prioridades son claras: la liberación de los rehenes, la seguridad de Israel y la paz y la prosperidad para toda la región, que solo son posibles sin Hamás«. En este contexto, el reconocimiento por parte del líder laborista británico, Keir Starmer, podría tener implicaciones económicas significativas para el Reino Unido, estimadas en hasta dos billones de euros en reparaciones.
La postura de la Casa Blanca
Más tarde, la portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, reforzó la posición de Trump al afirmar que el presidente está «en desacuerdo» con el reconocimiento de Palestina. Leavitt recordó que Trump discutió este tema durante su visita al Reino Unido, donde estuvo junto a Starmer.
Leavitt argumentó que «esto no aporta nada para la liberación de los rehenes, que es el primer objetivo ahora en Gaza», y añadió que el reconocimiento no contribuye a poner fin a la guerra actual. Criticó las decisiones de algunos aliados, afirmando que «francamente, cree que es una recompensa para Hamás» y que estas acciones son más retórica que efectividad en la búsqueda de la paz.
Impacto en la diplomacia internacional
La postura del Gobierno de EE.UU. refleja una estrategia centrada en la seguridad y la estabilidad de la región, priorizando la cooperación con aliados en lugar de ceder ante presiones internacionales que consideran ineficaces. Este enfoque podría redefinir las relaciones diplomáticas en el contexto de un conflicto que ha perdurado durante décadas y que sigue siendo una de las cuestiones más complejas en la política internacional.
El futuro del reconocimiento de Palestina y la situación en Gaza continúan siendo objeto de intenso debate, mientras la comunidad internacional observa las reacciones de los países occidentales y su impacto en el equilibrio de poder en la región.